Tras besarla una y otra vez, así le habló, sonriente al saber que había logrado lo que se proponía: atrapar irremisiblemente a la loba en sus redes. Pero ella también era presa, y lo sabía bien; tanto, que cumplía su papel con todo gusto.
—Porque se necesita una belleza para adueñarse de otra. ¿Lo sabías? —Un beso más, no tan corto como los anteriores, y luego su vocecita cantarina dirigiéndose a su pareja una vez más. —Y para la preciosa mujer que eres se necesita la cazadora más bonita. ¡Te atrapé!
Imposible para Eshne no caer por ese peculiar encantó cuan empedernida enamorada que no duda en exponerse, una jugada difícil de ganar al tratarse de su amada Marissa, incluso a la loba ni siquiera le molestaba convertirse una vez más en presa.
— Demasiado, tan hermosa.
Jactandose de ello reiteró dichosa, también no titubeó en apreciarla con gran devoción, después de todo es adictiva. A los segundos, por sorpresa el impulso triunfo tras unirse en un codicioso beso.
Marisca pecaba de vanidosa en ocasiones, pero tenía el suficiente carisma y dulzura como para que ese matiz de su personalidad resultara tan adorable como el resto. No por nada era reconocida como una cazadora de cuidado.
Además, tenía el mayor logro de su carrera: atrapar a su amada pelirroja.
—Pero solo para ti. —Dijo, cruzando las manos tras la espalda para caminar hacia Eshne, dedicándole la más tierna de las sonrisas; una perfecta para la pose de antes.
En un dos por tres ese encantador gesto fue directo a su débil corazón. Una vez más flechada por ella, lo suficiente para creer en el amor a primera vista; al menos otra vez.
— Adorable.
Se abstenía de correr a toda prisa, envolverla entre sus brazos y por supuesto, saturar de besos aquella hermosa faz, no obstante, ahora contemplarla cuan devota amante del arte era su prioridad.
