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Mriss · F
—¡Oh! —Fingida sorpresita, pero sincero orgullo de saberse capaz de provocar a Eshne con esa facilidad. Una vez más, había triunfado, y se dispuso a cosechar su recompensa.

Tras acostarte boca arriba, separó las piernas: no podía darle mejor bienvenida a su amada que permitirle libre acceso a lo que acababa de ofrecerle. Calor, un agradable calorcillo corriendo por sus muslos y concentrándose en lo más íntimo suyo; el mismo que quiso provocar en su loba al atraerla por los glúteos y forzarla a acercarse más, a casi echarse encima suyo para poder buscarle la boca y saboreársela sin el menor pudor.

—¡Mmh! —Los labios de Eshne pronto se vieron asediados por la traviesa lengua de Marissa, quien ardía en deseos de sentir a su amante. Aunque se había puesto a sí misma como carnada para atraer a la impetuosa loba, sabía que ella terminaría encima esa noche, a juzgar por lo que Eshne sentiría si se acercaba más a ella, a su pelvis.
Eshne · F
Tras apresarla comenzaría con besos dejando a flote su erotismo y caricias con las yemas de los dedos agregar. No dejaría centímetro de piel en las seductoras piernas sin acariciar.
Eshne · F
El coqueto fue esa arma imperdible y bastante requerida, la arma perfecta y de doble filo en tal jugada donde sin duda alguna el triunfo inminente le pertenencia a Marissa tras demostrar la gran habilidad que posee en temas de seducción, ni siquiera existía tal necesidad de un mayor esfuerzo. Aún así, pese a la desventaja total y al casi ceder por completo no titubeó en exhibir una faceta feroz, impaciente por hacer de las suyas que era reflejada en una encendida mirada rubí. Con la vista deleitada por esa silueta hipnótica tragaría en seco como si todavía una parte de ella procurara mantener al margen el depredador que lleva dentro; y reiterando ese castigo que negaba merecer.

Hay tanto por hacer.

Bastó tal seña juguetona del índice para comprender y aproximarse a través de pasos apresurados hasta poder gatear sobre la cómoda cama que sería testigo del libido en ambas.
Mriss · F
Su respuesta inmediata fue guiñar un ojo; un gesto por demás coqueto que encajó a la perfección con esa picardía de recogerse la falda y dejar a la vista tanto sus piernas torneadas, como las medias y ligueros que las adornaban.

—¿Ah, sí? —Clavada su mirada en el rostro de su amada pelirroja, pudo notar al momento esa sonrisa atractiva que tanto le encantaba. Con el índice dibujó el contorno de su propio muslo, subiendo lenta, tortuosamente, hasta alcanzar el filo de la cadera; momento en el que extendió la otra mano par ahacer con el índice un movimiento reconocible en cualquier lugar: uno que invitaba a Eshne a acercarse más.

—¿Y qué harás al respecto, lobita? —Murmuró, traviesa, con una sonrisa tan amplia como seductora. Ambas sabían a dónde las llevaría tal flirteo, pero nada las detendría de disfrutarlo.
Eshne · F
— Si estás tratando de seducirme, está funcionando a la perfección.

Aún permanecía sobre el marco de la puerta con una distancia prudente, devota en contemplarla, y aunque a simple vista aparentara ser una delicada cordero lograba someter a la loba de fuego en cuestión de segundos, puesto que siempre estaba a su merced. Ella por su parte elevó ambas comisuras orgullosa, sintiéndose afortunada y a paso paulatino se trasladaba hasta que por fin se ubicaría frente a frente de su adorada pelirosa.

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