—¿Bebiendo?, no exactamente. - Levantó la mirada pensando, recordando. — El jefe llegó con sus bocinas a todo volumen, ebrio o probablemente fingiendo que lo estaba. Comenzó a cantar rap, no pudimos dormir. —
De todos modos ni siquiera me importan. En realidad creo que jamás me importaron, pero no se lo digas a nadie. -Se encogió de hombros, mejor si no llegaban a tocar del todo ese tema, Phoenix le había advertido que era caminar sobre hielo demasiado frágil.- Mejor hablemos de ti, angelito. ¿Estuviste bebiendo anoche?~
Frunció el ceño pero no hizo nada por apartarse, suspiró y resignada relajó sus hombros. Mostima siempre era asi.— No los culpo en realidad, hay una línea muy frágil entre admirar y envidiar. Mi hermana y tú llevaban una relación extrañamente competitiva y bueno, dividían a los grupos que les seguían. —
Aha, aprendiste muy bien de mi. -Claramente aquel comentario iba con doble intención, pues lo acompañó tomando a la pelirroja por la cintura y obligandola a apegarse, y sonrió, aquella sonrisa eterna, vacía.- Quién diría que todos los que me admiraban terminaron odiandome. Ah, jamás me cansaré de la hipocresía de la gente de Laterano.
-Ríe un poco apretando su mano solo un poco. - Era una estudiante estrella y todos te admiraban, no había manera en la que las cosas te salieran mal así que por eso, quería aprender de tí.
-Ríe, tomando su mano para entrelazar sus dedos con los de la Sankta.- ¿Cuándo fue que creciste tanto? Esos tiempos en los que un pequeño gremlin me perseguía por toda la escuela se sienten como si hubiese sido ayer.
