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NicolaM · 31-35, M
Por si acaso echa el rostro contra el piso con su brazo de por medio, cubriéndose por si el perro llega a su cometido, aunque en si, no le molestaba en lo absoluto.
— Algunas cosas no cambian, por más que se force a que sean así.
Ríe nuevamente, dejandose tocar, dispuesto a recibir más de esas caricias que tanto ha echado de menos, trayendole de alguna manera todos aquellos dulces recuerdos de infancia. Las travesuras, los mimos y los momentos de cercanía fraternal con ella, sólo cuando su padre no los obligaba a estar separados.
Habían cosas que no era necesario traer al presente, pero ¿qué iba a saber su pequeña Moonique del desazón que le traía hablar de sus padres? Nada, pobrecilla, pues hizo un mal gesto, reincorporándose para sentarse en semi loto, flacucho y encorbado.
— Je ne sais pas, Moonique.
La mira de lado, por el rabillo del ojo entre la mata de cabello que le cae por el rostro. Debe ser sincero con ella.
— Algunas cosas no cambian, por más que se force a que sean así.
Ríe nuevamente, dejandose tocar, dispuesto a recibir más de esas caricias que tanto ha echado de menos, trayendole de alguna manera todos aquellos dulces recuerdos de infancia. Las travesuras, los mimos y los momentos de cercanía fraternal con ella, sólo cuando su padre no los obligaba a estar separados.
Habían cosas que no era necesario traer al presente, pero ¿qué iba a saber su pequeña Moonique del desazón que le traía hablar de sus padres? Nada, pobrecilla, pues hizo un mal gesto, reincorporándose para sentarse en semi loto, flacucho y encorbado.
— Je ne sais pas, Moonique.
La mira de lado, por el rabillo del ojo entre la mata de cabello que le cae por el rostro. Debe ser sincero con ella.
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