Para sorpresa y agrado de Miruna, Blaze fue directa en sus palabras y en mostrar que quería lo mismo.
Ese beso había sido diferente al primero, y al segundo. Uno más marcado y hasta intenso por la tranquilidad de estar a solas. Miruna la había abrazado por la cintura. Sus bocas ahora separas y la mirada en el rostro de la albina. Miró después hacia la cama, y enrojeció con más fuerza. Ya habían estado allí juntas pero no besándose. La castaña nunca estuvo haciendo algo tan romántico con una chica, solas en una habitación cerrada. Pero asintió tímida con la cabeza.
