A poem is just happiness, a conversation in the gloom, that everything has gone, and it's silence
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ZK1521884 · M
Aquella gélida noche la luna estaba cubierta por enormes y espesas nubes grises que apenas dejaban filtrar uno que otro de sus inmaculados rayos, era casi media noche y como siempre, el monitor de la academia Cross debía hacer su ronda de vigilancia para asegurarse de que los estudiantes de la clase del día no salieran de sus dormitorios, evitando que se encontraran con la clase nocturna.
A las afueras de la academia, rodeando el área a través de los árboles que daban inicio al bosque que limitaba entre la academia y la ciudad se hallaba el albino cazador de vampiros, iba caminando despreocupadamente con las manos en los bolsillos de su pantalón negro que hacía juego con el saco elegante que llevaba abierto y con la camisa blanca por fuera, sus pasos eran lentos mientras fijaba su mirar en el área algo cansado, odiaba tener que vigilar a esas asquerosas sanguijuelas que curiosamente, compartían con él su verdadera naturaleza, una que la mayor parte del tiempo gritaba por salir —Tsk... Maldita sea— Musitó al sentir ese particular aroma a sangre que le despertaba los sentidos, alguien en algún lugar de la extensa academia había sido tan descuidado como para cortarse con algo, haciendo que de inmediato la garganta comenzara a arderle intensamente y el cuerpo le empezara a temblar descontrolado, como pudo extrajo del bolsillo un frasco con las pastillas que usaba para reemplazar la sangre humana, vaciando tanto como podía en su boca sedienta e insatisfecha por el asqueroso sabor —¡Estúpidas pastillas!— Gritó desesperado lanzando el frasco tan lejos como pudo, dejando caer su cuerpo sobre el cesped mientras respiraba agitado y sudoroso, esperando que la crisis pasara pronto.
A las afueras de la academia, rodeando el área a través de los árboles que daban inicio al bosque que limitaba entre la academia y la ciudad se hallaba el albino cazador de vampiros, iba caminando despreocupadamente con las manos en los bolsillos de su pantalón negro que hacía juego con el saco elegante que llevaba abierto y con la camisa blanca por fuera, sus pasos eran lentos mientras fijaba su mirar en el área algo cansado, odiaba tener que vigilar a esas asquerosas sanguijuelas que curiosamente, compartían con él su verdadera naturaleza, una que la mayor parte del tiempo gritaba por salir —Tsk... Maldita sea— Musitó al sentir ese particular aroma a sangre que le despertaba los sentidos, alguien en algún lugar de la extensa academia había sido tan descuidado como para cortarse con algo, haciendo que de inmediato la garganta comenzara a arderle intensamente y el cuerpo le empezara a temblar descontrolado, como pudo extrajo del bolsillo un frasco con las pastillas que usaba para reemplazar la sangre humana, vaciando tanto como podía en su boca sedienta e insatisfecha por el asqueroso sabor —¡Estúpidas pastillas!— Gritó desesperado lanzando el frasco tan lejos como pudo, dejando caer su cuerpo sobre el cesped mientras respiraba agitado y sudoroso, esperando que la crisis pasara pronto.