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(...)
del collar y comenzar a colocárselo.
Algún día saldrá de ahí, o de ser posible, mataría a ése hombre; cuando baje la guardia.
Anteriormente había expresado desear que le pasaran cosas malas a las chicas o chicos que le desagradaban. Pero nunca había sido serio, no como ahora, por primera vez siente un deseo genuino de ver a ése hombre muerto.
Mientras el hombre se burla, el muchacho sigue sobando su vientre y tose mientras exhala algunos sollozos.
En medio de aquel dolor percibe como aquel hombre se agacha junto a él. Es en ése momento que es conciente del collar.
Con dificultad y temblando de dolor toma el mismo con la otra mano, que hasta ése momento la usaba para sostenerse en el suelo al caer de rodillas.
Por un momento, respirando agitadamente por el llanto y la frustración le pasa por la cabeza la idea de usar los pinchos del collar para clavarlos en los ojos del mayor. Imposible.
Le falta valor, y si lo tuviese seguramente el hombre lo evitaría con facilidad y lo golpearía o dispararía a la cabeza.
Por unos momentos le dirige una mirada llena de rencor y lágrimas. De verdad siente muchos deseos en el momento de ser capaz de hacer tal cosa con el collar. Sin embargo...

Esboza una sonrisa forzada, aunque más que sonrisa, es una mueca intentando serlo; para después desabrochar el arnés
(...)
KaiserTahoma · 26-30, M
Ponte el collar, mascota. Creo que voy a tener que enseñarte modales después de todo ─ dijo con desdén.

Se puso en cuclillas frente al muchacho quien se sujetaba fuertemente por el impacto anterior. Con diestra acarició su cabeza y dando unas palmaditas habló.

Vamos, bonito. Sé que puedes aprender a comportarte. A partir de hoy, serás mi mascota. Y me gusta que mis mascotas sean obedientes ante mis órdenes. no me obligues a usar el periódico para castigarte ─ si el muchacho le miraba a la cara, podría ver una sonrisa algo macabra dibujada en el pálido rostro del hombre, quien sonreía; parecía disfrutar el sufrimiento del muchacho.
Por un momento, al escuchar aquellas palabras, al muchacho se le olvida el miedo, para mirarlo con indignación.
¿Lo llevó ahí sólo para humillarlo sin costo?
Mas se sobresalta cuando saga el collar y lo arroja al suelo, temiendo en un inicio que se un arma.

-Esto no...

Comenzaría a balbucear en una protesta y explicar que no realiza ése tipo de juegos para ningún cliente cuando siente la patada en su vientre.
Nunca antes había sido golpeado por nadie, de ninguna forma, por lo que ante el dolor insoportable y la falta de aire termina cayendo de rodillas.
Mientras intenta recuperar el aliento, con una mano sobre su lastimado abdomen comienza a sollozar, olvidando la orden del mayor.
KaiserTahoma · 26-30, M
Tras escuchar la pregunta del muchacho, el hombre de oscura cabellera y mirada azul cómo el mar posó su mirada en él.

Los perros no hablan ─ explicó de forma despectiva.

Se levantó del asiento, cogió un collar con picos que estaba sobre la mesa de cristal frente a él, de esos que suelen ponerse en los perros de razas grandes para parecer intimidantes, y caminó en dirección al muchacho hasta detenerse a un escaso metro. Dejó caer el collar al suelo.

Levántalo ─ ordenó con voz profunda y firme.

Ni siquiera esperó que el muchacho respondiera y le metió tremendo puntapié en el estómago para obligarlo a caer de rodillas al suelo.
Cuando pasa por su lado aquel hombre no evita sobresaltarse por el miedo.
Mientras el hombre permanece indiferente a él; el muchacho intenta controlar sus sollozos para no dejarlos escapar. No sabe de lo que aquel hombre sea capaz de hacerle, por sólo considerarlo "molesto".
-¿P-porque estoy aquí...?
Balbucea apenas la pregunta, sin atreverse a mover un músculo del sitio donde permanece de pie.
KaiserTahoma · 26-30, M
Frente al muchacho apareció la figura de aquel hombre, pasando cómo una delgada sombra aterradora, sin decir nada. Llevaba el móvil en la mano izquierda y en la otra un vaso con un líquido amarillento. Este cruzó frente al muchacho, proviniendo detrás de la pared y se dirigió hacia la sala, dónde tomó asiento en el sofá individual, justamente dando la idea de mirar de frente al muchacho.
El hombre asentó el vaso sobre la mesa rectangular de cristal frente a él manteniendo la mirada sobre la pantalla del dispositivo móvil.
No dijo nada, cómo si no se hubiese percatado de la presencia del muchacho.

Si no estuviese muerto de terror por su futuro, le habría parecido encantador el lugar; y seguramente el hombre sería su ideal para entregarse a él, dentro de aquel apartamento. Pero ahora...

Entra a la habitación con paso sutil, dudoso. Se posa entre la sala, y la pared a su derecha, sin querer mirar hacia la puerta y averiguar quien le abrió la misma.
Mientras permanece ahí, no puede controlar los temblores de su cuerpo, temblores que tienen sus nervios al límite por el pavor que siente en ése momento.
KaiserTahoma · 26-30, M
La puerta se entreabre de momento ante el toque del muchacho. Sin embargo, termina por abrirse de par en par por su propio peso, dando vista parcial del lugar al muchacho:

Es una habitación enorme pintada de azul marino en las paredes, el techo está cómo a 3 metros de altura. Frente a su vista hay varios ventanales que funcionan cómo pared, dos de ellas son puertas corredizas. Por el momento no puede ver qué hay afuera, ya que las cortinas están tapando los ventanales.
A su izquierda puede ver una especie de "sala", con una enorme televisión y frente a ella, un sofá para varias personas y más a la izquierda uno individual, también hay una mesa entre el televisor y los sofás.
Más a la izquierda hay una puerta que se encuentra cerrada.

Hay una pared que divide el gran salón, por lo que no puede ver con libertad lo que hay a la derecha.
Por supuesto que esperada algo horrible cuando las puertas del ascensor se abriera. Sin embargo, a lo que ve, le parece igual al inicio.
Siente el aire acondicionado congelarlo en ése momento; por lo que se frota los brazos para aliviar la sensación.
Cuando mira todo ve la puerta de Emergencia; y sabiendo que está en un piso muy alto, considera que es mala considerar la misma un escape, aunque... ¿Escapar a donde? No tiene a donde ir.

Poco a poco camina hacia la puerta de madera, frente a él. Mientras lo hace cruza por su mente la idea de suplicarle al hombre, nuevamente dejarlo ir. Pero duda que alguien que fue capaz de matar a otro hombre que no le hizo nada, y estar como si hubiese matado una mosca; sea capaz de ser amable con él.

Cuando está frente a la puerta, por un momento duda; pero finalmente termina llamando a la misma con un débil golpeteo, apenas audible con sus nudillos.

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