-Motivada por esa fantasía de portar enormes astas (?) como su madre, cerró los ojos. No estaría al tanto del conjuro que su contraria aplicaría, pero sí del crecimiento de esas prolongaciones óseas abriéndose paso entre su cabellera.-

¿Y-Ya?

-Dudó un poco al hablar y tragó saliva, esperando que la azabache no haya creado un desastre en su cabeza, pero tan pronto como se lo permitió, abriría los ojos lentamente y pestañeó. Elevando sus manos para tocar con cierta timidez hacia los cuernos ramificados que ahora la adornaban.-

¿Inclinarla? ¿Para qué?

-Igual lo hizo, agachando cuidadosa la cabeza en su dirección.-