– Aquel acto imprudente de la albina fue detenido de inmediato al ser tomada de la muñeca con suma fuerza, una de aquellas figuras sin forma definida en un principio se manifestó correctamente, viéndose el hermoso rostro de un joven de ojos muy rojizos y cabello dorado. Observó con cierta intriga a la menor, como si estuviera a punto de decir algo pero luego sonrió. Una mujer de cabellos plomizos que estaba a su lado también sonrió y ambos, tras soltar a la albina, siguieron su camino, siendo estos demonios también.–
¿Estas bien Aisha? – Dijo Megara, aguantando una sonrisa por aquel acto.–
-Portales que se abrieron en los alrededores, puso en alerta a la albina quien con ojos afilados, gruñó (?) y armada de garras se pondría en modo de ataque, a punto de saltarle a uno de esos intrusos.-
¡¡Megara!! ¡Nos invaden! Esto no puede quedar así...
-Echando un grito de guerra (?) se desplazó a toda velocidad hacia una de esas criaturas, parecido a un infante, por lo que le sería fácil cortar su cabeza de un sólido tajo, si no se presentaba obstáculo alguno que se lo impidiera.-
Así no pertenezcamos, un demonio siempre debe sentirse seguro y arrogante. ~ – Dijo y ante la pregunta de su menor hija, la azabache movió la cabeza en forma negativa.– No, ya lo verás cuando estemos cerca. – Fue así que siguió con el andar y cuando ambas estaban a mitad de camino, varios portales se abrieron a los costados de ellas y de aquellas rajaduras salieron seres con apariencia muy humana pero siendo sumamente hermosos(?) También portaban cuernos muy parecidos a las que ellas portaban solo que tenían leves diferencias como otro tipo de color o puntas más afiliadas. Estos seres ni siquiera prestaron atención de quienes podrían estar cerca, simplemente sonrieron entre ellos y comenzaron a caminar rumbo a esa cueva.–
-No le perturbaba ese aroma azufrado del ambiente, más era su ansiedad frente a lo desconocido, un sentimiento que en lo posible trató de disimular cuando suavizando el agarre de aquel brazo, terminara por soltarla y mirase hacia otro lado. Un tanto apenada por la situación.-
Yo sé, pero a lo mejor ya no sea un lugar al que pertenezcamos.
-Su andar se desaceleró al dar con huesos y piedras talladas bordeando el camino. Incluso alzaba su mirada para poder apreciar esos arcos hasta que con avistar las gigantescas figuras, entrecerró los ojos con cierta incertidumbre en su pesar.-
– Se dejó tomar del brazo mientras continuaba con su andar, el lugar se tornó caliente mientras más se adentraban e incluso un fuerte olor a azufre inundó el ambiente, era como si estuvieran pasando prácticamente a otro mundo.– No tengas miedo, somos inmortales. ~ – Comentó con un tono muy divertido y poco a poco aquella espesura o más bien bruma se fue disipando, revelando un largo camino adornado con piedras y huesos en forma de arcos, en los cuales se apreciaban costillas y cráneos. En el final del camino se asomaba una especie de cueva, en la cual siluetas se cruzaban entre sí, siluetas con grandes cuernos como las que ambas mujeres poseían.–
-Quiso asegurarse antes de que abriese los ojos, pero sólo uno de sus párpados se atrevió a levantar, tratando de avistar a la fémina entre esa espesura. Avanzó curiosa por ese extraño sendero (?) donde el escarlata de aquel entorno llamaba su atención hasta que la notase ir esfumándose de su visión, por lo que aceleraría el paso en su detrás.-
¡E-Espera!
-Y colocándose a su lado, se aferró de un brazo mientras que se encogía de hombros, desconfiada de lo que se encontraba más allá.-
– Al agachar la cabeza la albina, hizo que los adornos dorados tintineen, escuchandose por todo el lugar el eco de aquellos adornos, como si ambas en ese momento se encontrarán en un lugar completamente vacío. No sólo eso, el ambiente se había puesto mucho más oscuro, adornado por una bruma de color rojizo.–
Ya se abrió ¿Estas lista? Ven conmigo.
– Dicho eso la demonio negro comenzó a caminar, adentrándose en la espesura, observándose en ese momento partes la curvilínea figura de la azabache.–
-Motivada por esa fantasía de portar enormes astas (?) como su madre, cerró los ojos. No estaría al tanto del conjuro que su contraria aplicaría, pero sí del crecimiento de esas prolongaciones óseas abriéndose paso entre su cabellera.-
¿Y-Ya?
-Dudó un poco al hablar y tragó saliva, esperando que la azabache no haya creado un desastre en su cabeza, pero tan pronto como se lo permitió, abriría los ojos lentamente y pestañeó. Elevando sus manos para tocar con cierta timidez hacia los cuernos ramificados que ahora la adornaban.-
¿Inclinarla? ¿Para qué?
-Igual lo hizo, agachando cuidadosa la cabeza en su dirección.-
No son cuernos malos(???) – Se concentra por un momento, enrojeciendo aún más los ojos y con un suave además con las manos, crea poco a poco los cuernos. Estos toman un color dorado y de cada rama caen cuerdas de plata con una pequeña esfera en su final.–
