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About Me
About Me
[center][i]"En un mundo donde reina la sangre y la espada la solidaridad no es virtud."[/i][/center]

Sus primeros recuerdos son vagos, un frío que calaba sus pequeños y frágiles huesos, vagando por las calles de los barrios bajos de Winterhelm, rodeado de miradas de indiferencia y desprecio de la muchedumbre transitoria y el inmenso dolor de estómago, aquel que pocos conocen, el hambre.

Mercer nació en la pobreza, comió de las migajas de la sociedad y aprendió a leer de las leyes talladas en piedra del mercado central, sin recuerdo de su familia más que aquel padre que nunca volvió de detrás de las grandes murallas de la capital, fue recogido por soldados imperiales a una edad que el ni siquiera conoce, sorprendido robando del bolsillo de un comerciante nórdico, lo que terminó recluyéndolo al orfanato Salón de Honor sin antes una golpiza que casi le dejó sin vida. En el centro de caridad, rodeado de pequeños y pobres bastardos como el mismo, fue víctima de los constantes abusos de su dueño, un ludópata, alcohólico y adicto al opio que enriquecía su patrimonio de las donaciones caritativas del establecimiento. Así fue como por cuatro años durmió en las noches hacinado y de día salía a robar lo que podía, sus pequeñas y frágiles manos se volvieron hábiles y veloces, robando puñados de monedas de oro, collares y anillos de cuanto transeúnte ignorante de sus fechorías cruzaba, sin embargo esta vez el pequeño timador se había vuelto más cuidadoso, vigilaba sus alrededores, estudiaba los guardias de la ciudad, sus turnos y a la gente que cazaba, y una vez completada la faena se aproximaba a los límites de la muralla para vender las pertenencias ilícitas en las caravanas de comerciantes orientales, haciéndose de suficientes cuartos de oro para satisfacer las necesidades de sus hermanos menores del Salón de Honor.

Un día mientras caminaba de vuelta a las caravanas, evitando los guardias a través de los sombríos callejones de Winterhelm, se cruzó con un miembro del gremio de ladrones, este le había dado caza interesado en su infame talento y le dio la propuesta de enseñarle el verdadero arte de robar, aquella muestra de avaricia del pequeño le resultaba "inspirador". Mercer se negó porque no quería abandonar a aquellos que consideraba su única familia, los niños del orfanato, el astuto ladrón se quedó pensativo y consideró una solución a aquel dilema; Inculpar al dueño del negocio caritativo de un crimen que no perpetró, lo que lo haría ceder el puesto a otra persona más apta para la dirección del Salón de Honor. Sería la prueba final para ver si él tenía lo necesario para ser un bandido, poner el anillo del Thane de Winterhelm en el bolsillo de el hombre que más odiaba, Mercer accedió con una sonrisa y finalmente cumplió, demandando el supuesto crimen a la guardia imperial, el pobre infeliz pasó el resto de sus días en la cárcel.

Pasaron 10 años, donde Mercer trabajó junto al hombre perfeccionando el arte del sigilo, la espada, el arco y el comercio. Ya una vez aprendido todo lo de su maestro, el mismo lo dejó partir para crear su propio negocio, sin embargo, Mercer era ambicioso y su aprendizaje todavía seguía en pie, viajó por los reinos buscando mentores que pudieran enseñarle distintas disciplinas que quería o percibía necesarias para su pretencioso sueño; Aprendió la elocuencia y poesía de los bardos del norte, la confección de venenos y pociones de alquimistas orientales, los milagros de las escuelas mágicas de conjuración, alteración e ilusión de las brujas de túmulo sombrío. Sin embargo, nunca volviéndose maestro de ninguna disciplina; aprendía lo básico y necesario para sus objetivos y luego se iba sin mirar atrás, como un fantasma errante.

Ahora con sus habilidades culminando en su florecer, se guía hacia su propio camino, el dinero ya no le interesaba; Si quisiera retirarse de la vida del crimen ya podría fácilmente comprar un terreno en las pacíficas provincias imperiales y volverse un honesto agricultor, pero su orgullo y valía probaban más que una vida de arar campo y criar animales de granja, pensaba que aquel era su destino; Ser un ladrón legendario, el mejor ladrón de todos los tiempos.

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"Más que un vándalo, una vocación."