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«En medio del caos».
w/Chifuyu Matsuno.
 
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MB1582827 · M
Pero la mujer no podía estar más equivocada, aquel joven de casi dos metros se detuvo a lado de Chifuyu e intercambió unas cuantas palabras con él antes de parar sus ojos negros en la muchacha. Con claras y concisas palabras le indicó al de ojos cian que sacara a la infortunada y temerosa chica del caos que se había instaurado en dicho lugar, Chifuyu dudó por un momento, la idea de dejar a sus compañeros le produjo un malestar interno, sin embargo, tampoco podía abandonar a alguien que por azares del destino había terminado en una situación tan peligrosa… “De acuerdo”, fue lo último que mencionó antes de resoplar. Tras acercarse a la rubia, se colocó en cuclillas frente ella, esbozó una leve sonrisa con la intención de transmitir serenidad y empatía. Por su parte, el otro joven volvió a adentrarse al barullo.

Necesito que te quedes cerca, voy a sacarte de aquí.
MB1582827 · M
Ante el súbito grito de la chica cerró los ojos y cubrió sus oídos, una mueca de dolor atravesó su rostro cuando recibió un fuerte golpe en la boca del estómago, ¿cómo alguien tan flacucho podía tener tremenda fuerza? Por inercia descendió las manos para cubrirse el estómago con los brazos, apenas le quedó aire para maldecir entre dientes. Le tomo unos segundos recuperar el aliento y poco a poco volvió a erguirse, con los ojos entreabiertos contempló a la muchacha, ésta adoptó una posición defensiva de pronto, ¿quizá esperó una reacción negativa por parte de él…? Confuso miró de un lado a otro y entendió la razón: un hombre de gran altura corrió hacia ellos...
Marin · 18-21, F
¡Kyaaaaaa! ¡Un criminal!—Profirió un grito estridente, y por mero instinto, le insertó un potente golpe en la boca del estómago.

«Oh, no. Oh, no. Ahora va a matarme».

Estuvo a punto de pedir disculpas —o rogar por su vida—. No obstante, pudo percibir un movimiento a lo lejos: un hombre de casi dos metros corría a toda velocidad hacia ellos. Marin solo atinó a cubrirse con los antebrazos y esperar lo peor.

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Marin · 18-21, F
Sus dedos parecían moverse por sí mismos mientras se deslizaban rápidamente por la pantalla, estaba tratando de localizar su contacto de emergencia. Aunque, ¿qué podría hacer él en ese momento? ¿Amenazarlos con hilo y aguja?
¡Definitivamente no!

Marin soltó un profundo suspiro y comenzó a redactar:

"Querido Gojo-kun,
Estoy cerca de reunirme con mi madre. ¡Y no!, ¡ella no se encuentra precisamente en Nueva York!
..."


Está bien, aquel era un pésimo inicio para una carta de despedida. ¿Quizá debería añadir un poco más de emotivid—?

La rubia volteó de inmediato al escuchar una voz masculina dirigiéndose hacia ella. Era un tipo alto, tenía un rostro hosco y un aspecto rudo. Podía ver la sangre escurriéndole por la boca, y su mirada parecía querer destruir todo a su paso. Incluyéndola.

O por lo menos eso fue lo que una realidad completamente alterada implantó en su cabeza.

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MB1582827 · M
Pues terminó por encontrarse con una joven tan atemorizada como lo estaría cualquier criaturilla inocente en medio del apocalipsis… ¿Qué podía ser peor que un grupo de adolescentes descontrolados y creyéndose muy osados?

Pero qué rayos… ━Agregó sin medir su tono de voz, una gota pareció caer por la sien del chaval.━ ¿Qué hace una chica aquí? ¿Quién demonios eres? ━No, no era para nada sutil, con nadie.
MB1582827 · M
Pronto percató como su adversario se abalanzó de nuevo contra él, en respuesta retrocedió y con unos cuantos movimientos agiles logró esquivar los golpes que éste lanzó. Chifuyu dejaba de contenerse en cada puñetazo que asestaba, podía sentir como la adrenalina recorría cada parte de su cuerpo, y el privilegio de probar la libertad…

En un rápido movimiento infligió un fuerte golpe en el estómago de aquel integrante del grupo Valhalla, seguidamente de una poderosa patada que terminó por tumbarlo sobre el pavimento completamente inconsciente. Tras un corto suspiro echó un vistazo a los alrededores, los demás elementos de su equipo seguían combatiendo, poco a poco los números del otro grupo comenzaron a caer, el enfrentamiento parecía ver el fin, sin embargo, los ojos cian del muchacho de rubios cabellos de pronto vislumbraron una pelambrera, pensó por un instante que podía tratarse de algún animalito buscando refugio, pero su sorpresa fue otra cuando se acercó…
MB1582827 · M
Demonios... ━Enunció entre dientes luego de recibir un golpe directo en la quijada. ¿En qué momento aquel encuentro se convirtió en una disputa por el territorio entre pandillas? Chifuyu estaba harto de ésos cretinos que decían llamarse pandilleros, cuando en realidad no eran más que un grupo de criminales acostumbrados a intimidar a los más vulnerables. Sus despreciables actos daban mala fama a los verdaderos gánsteres, al menos, la visión que él y sus compañeros compartían...

Con el dorso de la mano limpió lentamente un hilo de sangre que se deslizó por la comisura de sus labios, para enseguida, esbozar una amena y desafiante sonrisa, todo con la intención de provocar a su adversario, lo cual consiguió.━ No eres tan fuerte como imagine... ━Alardeó, escupiendo un poco de sangre al suelo y adoptando otra vez posición de pelea.
Marin · 18-21, F
«¡Ouch!»
Sintió un empujón que la tumbó sobre el asfalto, aprovechando a colocarse bajo la protección de un auto descompuesto.

No era precisamente la forma en la que imaginaba que terminaría su vid—¡¿su vida estaba a punto de terminar?!

Para ese instante parecía haberse deschavetado. Pues, con presura, sacó el móvil y comenzó a buscar alguna aplicación donde pudiera dedicar sus últimas palabras a los que habían sido sus seguidores.

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Marin · 18-21, F
¿Qué? ¿Cómo?
¡¿En qué momento Marin Kitagawa había quedado atrapada en el encuentro de dos bandas de delincuentes?!

«Delincuentes».
¿Era una manera muy cruda para definirlos?
No. Y eso lo determinó de inmediato, cuando vio un cuerpo volar por encima de su cabeza. Y ella, por mera inercia, se acuclilló, cubriéndose los cabellos rubios con ambas manos.

«Marin, oh, Marin. No era tan difícil seguir las instrucciones. Derecho por la avenida principal, torcer a la derecha, luego a la izquierda, después cruzar por el puente peatonal y atravesar el primer callejó—espera, ¿alguien había mencionado algo sobre un callejón?»

En ese momento daba exactamente lo mismo hacer un recuento de sus pasos. Pero por lo menos la ayudaban a ignorar aquellos gritos de guerra y esos horribles golpes que parecían atinarle a cada quijada.

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