Mahito

Si hay algo que le gusta de las maldiciones, es lo agradables que tienden a ser a su alrededor. Increíble cómo un poco de sentido común los persuadirá a ser diferentes, ¿no es así? O tal vez Mahito simplemente confía demasiado en él para que el juicio y el escepticismo nublen su visión.

Interesante.

Una vez más sin poder entender el proceso de pensamiento del otro. Qué cosa tan extraña para decir, tan lejos en la línea. Cientos de humanos deformes a su disposición y sin embargo...
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━¿Supongo que te referías a una pérdida de talento?[/b] ━Por mucho que Geto disfrute ver a sus experimentos gemir y llorar mientras se encogen y estiran al antojo de la maldición, la habilidad de Mahito difícilmente resiste en una pelea real. Después de todo, toda esta reposición plantea un problema a largo plazo.

[b]━ Entonces sigue practicando. Hay muchos hechiceros fuera de estas paredes que podrán derrotar a tus experimentos fácilmente.[/b]

[b]━ ¿Otro experimento fallido? [/b]━inclino la cabeza hacia la apenas reconocible cara de la última víctima de Mahito, observo los rasgos mutilados con detenimiento. Que poder tan único, tan único y absolutamente repugnante. A veces. El azabache no sabe si admirar su trabajo o retroceder con disgusto al solo verlo.

Su boca se torció ligeramente.

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[b]
━ Tan frustrada... qué humano de tu parte ━[/b]bromea, con los ojos brillando, divertido con su propia pequeña broma. Geto mantenía cierta humanidad en él, prácticamente gritaba humanidad, y sin embargo...


[b]━ Sin embargo, no lo llamaría una pérdida de tiempo. Estás aprendiendo. adaptación. ¿Quisieras mostrarme el proceso?[/b]

—Ofrecer rosa y emprender huída.—

[center][b]Koldovstoretz, Rusia[/b][/center]

[code]Finalmente había terminado la clase de Ceromancia; procedimiento de adivinación con velas de cera, la cuál era invertida en agua y dependiendo a la figura derramada, se hacían predicciones. Abigail creía que las materias en común con la adivinación eran un desperdicio de tiempo, sino que cada quién formaba su propio destino. Los alumnos comenzaron a retirarse del aula, pero antes de que Grindelwald pudiera levantarse de su asiento, la profesora Karina Volkova la detuvo.

[c=#608FBF][b]— Grindelwald, el subdirector Borodin me pidió informarte sobre tu detención. Tienes dos opciones. La primera es ir con el profesor Kryukova y darles un baño a los Zimniyesti; y la segunda es tomar todo este material y hacer para mañana 50 velas azules y blancas, un total del 100. Son para mí clase de mañana.—[/b][/c] Grindelwald con cara de pocos amigos tomó el baúl con los materiales, echando un vistazo dentro de este. [b][c=#608FBF]— La ventaja es que puedes hacerlas en cualquier parte del castillo, donde te sientas cómoda pero son para mañana a primera hora. Esto te ayudará a recapacitar si es buena idea lanzar un hechizo rompe huesos a una estudiante.— [/c][/b] Y sin decir una palabra, Grindelwald dejó el aula.

Desafortunadamente para Abigail era la hora libre para todos los estudiantes en Koldovstoretz, y todos los jardines al aire libre se encontraban ocupados. La mejor opción era hacer su detención en algún salón de clases, pero por órdenes del director Abigail no podía estar sola en ninguna aula sin la superivisión de algún prefecto o profesor. Llegó a la biblioteca, tomó asiento en una mesa lo más apartada de las pocas personas que se encontraban ahí mismo. Y una vez más para su desgracia, la mesa más alejada estaba ocupada por una estudiante de la escuela rusa. Sin preguntarle, dejó caer el baúl en la mesa, ocasionando un ruido sonoro en la biblioteca, tomó asiento y comenzó a hacer la primera vela de 100.
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