*La primera Aradía salió, tras el ataque que nació del suelo, posicionándose en la parte superior, lanzando de su zurda filosas espinas, las cuales comenzaron a atravesar aquel fuego purpura que envolvía sin dejar escapar al invasor.


___ Infeliz.

(...)

Sin dudar la demonio mandó el primer ataque, su energía emanada de un color purpura gigante, formándose de la tierra esa candente fumarada, la cual fue arrojada sin contemplación alguna a su contrincante. Una de las habilidades particulares de ella era el multiplicarse para poder atacar a sus enemigos, la cual lo rodeo, un solo toque de esta lograba tener corrosión.

__La oportunidad la tuviste y la dejaste ir, pudiste largarte de este lugar y dejarme a ver mi trabajo, pero no, ahora sufrirás las consecuencias por ser un bastardo testarudo.

*Ya enfurecida, después de echarle a perder sus cosechas y todavía el amenazarle con esas palabras vagas que solo los falsos decían.

__Por fin sale tu yo interior, no eres el primero ni el ultimo que tratará de acabar conmigo, seres de luz, Dioses y criaturas místicas desean verme descender, lo que no entienden que para que este mundo funcione…

*Esparcida la voz de Aradia en cada rincón del campo, entre susurros y palabras graves retumbaban en ese lugar sin dejarse ver cualquier humano estaría muriendo de miedo al estarla escuchando, sin duda su oponente no era tan fácil de acabar como los demonios o ángeles de bajo nivel que con una mordida desaparecen.


___YO DEBO EXISTIR. (Susurro).

*Realmente si no existiera el equilibrio del bien y mal, los mundos se perderían por completo, los seres de luz solo deseaban complacer a sus Dioses, los demonios complacer a sus lideres y algunos otros impostores hacer lo “correcto” a su conveniencia. (...)

—¡Esto apenas ha comenzado!

Gritó, pero no fue solo su voz la que sonó, en medio de ella, una voz ronca y monstruosa al unísono. Aquél precioso ámbar del ojo izquierdo se perdió y en su lugar reemplazado por el carmín. Se iba acercando, justo hacia ella, sin una gota de misericordia, queriendo atentar contra la vida sobrenatural. Porque aunque ella sea capaz de manifestarse como la bruma, la energía contenida en sus armas, dotada de la luz divina y las flamas del averno serían capaz de alcanzar el alma, quemando incluso así su abstracta existencia.



—¡¡¡RECUERDA MI NOMBRE, MAHDI!!!

controlando, La espalda que sostenía con la zurda había desaparecido, en su lugar una esfera mágica del tamaño de su palma que iba absorbiendo todas esas almas pecadoras, hacedoras del mal bajo el comando de la adversa. Todas ellas fueron contenidas por él y una vez no había una más aquella esfera desapareció. Mahdi se volvió entonces, sin un solo rasguño o muestra de cansancio.

—Esto aún no ha acabado.

La señaló con su arma, y haciendo reaparecer la otra se lanzó a ella, su cuerpo fue cubierto por una barrera de viento que poco a poco iba quedando atrás, podía sentir la fricción queriendo quemar su cuerpo. De no ser por su abismal resistencia habría sido lesionado. La nube de polvo y escombros que levantaba a su paso solo eran menospreciados por las espadas que colocó en forma de equis. Mientras avanzaba, habían adquirido un color rojizo intenso.

—¿¡Creíste que sería tan fácil!? —Gritó, y en su mirada cierta expresión psicótica por una amplia sonrisa y ojos abiertos por co

incluso verla directo a los ojos era doloroso.
Entonces todos se abalanzaron, los espectros se levantaron contra el persa dispuestos a acabar con él. Los miró, y a los cielos su voz que alcanzando un grito, retando incluso a cualquier entidad presente que se atreviera a dañar a las almas que él mismo estaba encaminando al bajo mundo.

—¡Recuerden mis palabras, ustedes los Dioses! ¡Mientras yo esté aquí, ustedes no volverán a dañar a ninguna alma libre de su injusto juicio!

Y de pronto todo se apagó.
Los cuerpos amontonados sobre él haciendo sonar un golpe en seco. El silencio se adueñaba del campo. Y aunque parecía que su voluntad había muerto junto al grito de su voz, de entre toda esa pila, la luz se volvió a proyectar entre los pequeños espacios que dejaban libres al exterior.
Seguido de un estruendo y un temblor que hizo rugir a la Tierra. Los cuerpos salieron volando, y entre ellos se alzó la figura del Daeva. Siendo acompañada por aquellas almas que la mujer había est

Mahdi no vaciló. No importaba la cantidad de muertos vivientes que se empezaran a acercar a él. Los miró a todos, cada uno de ellos con el estoicismo que un alma guerrera era digna de portar. Extendió las manos hacia los lados, haciendo girar sus armas, después se colocó en posición de pelea; el brazo izquierdo en frente con la hoja hacia arriba, el derecho sujetando la khopesh de forma invertida, y escondiendo el arma tras su espalda, se agazapaba un poco.

—Sucias almas que han cedido ante la voluntad de aquellos que obran bajo el mal —Pronunció y en sus palabras el respiro espectral se apreciaba en un color celeste—, aquellos que atacan al hombre sin dejar que llegue a su destino por obra propia no es más que estorbo en el camino de los que más allá esperamos.

Sus armas entonces empezaron a brillar, un fulgor dorado, Mahdi no era alguien sagrado. Un imitador de la voluntad celestial, pero vaya que las artes divinas fueron algo bien aprendido por él. La luz brilló tanto, que (

(..) perdida estaba, tal como las almas que reclamaba, bacia después de ser desterrada y cortarle las alas, pobre de aquel que se le atravesara, quedaría maldito hasta el momento de su muerte.

(..) cuencas de ojos vacías y amorfos, lo atacaron de una forma brutal, llegó un momento que hicieron una pila sobre de él cubriéndolo, todo un ejército de muertos sobre él, la voz de ella rebosante envuelta de carcajadas que retumbaban, camino lentamente mientras ellos hacían su trabajo, no deseaba perder su tiempo con estorbos.

Aún seguiría en su labor, recolectar todos sus pactos, el camino era largo y el quedarse a pelear con aquel que le impidió el paso, sería lo mismo que fracasar, en cada paso que entregaba al suelo su aspecto de humo cambio al de aquella mujer, un camuflaje que en la mayoría de las veces era obviado.

__¡Pobre diablo!, cree que con elevarlos los salvará.

*Volteo a ver aquella pila de muertos sobre el tipo, con un rostro de satisfacción al marcharse del lugar, confiada de que su ejército lograría distraerlo, el error de aquel condenado fue ponerse en su camino, ella al ser un demonio recolector de almas perdidas su sensibilidad per

-¡DEJA DE HACER ESOOOO, SON MÍOOOOS!. (Abriendo sus fauces de una forma aterradora).

*Ver que muchos de los suyos estaban siendo elevados le causo una rabia, tanto tiempo esperando para que murieran y reclamarlos, ¿Quién era ese?, ese que le arrebataba lo suyo.

__¡Te vas a repentir de lo que estás haciendo!.

*Con la punta de la espada apuntándole a la garganta, se limitó a moverse, esa espada estaba “Bendita” algo que ni siquiera podría ver.

-Yo no lo haré, pero ellos sí. Despierten muertos, su reina los aclama-

*Alzando sus manos y con voz estruendosa manifestó, de la tierra salieron almas que ella cosechó, sus llantos eran más alaridos dolosos y perturbados, como pequeñas sombras desvanecidas flotaron en el aire poseyeron a muchos soldados muertos, un ejército proclamado para hacerle frente aquel invasor.

_ ¡Tegamur at ze!. (Acaben con él. HEBREO).

*Los soldados que ahora le o