"Más allá de los espectros, existe una dulce y alegre voz que me guía. Felicidad es su nombre, cuando la oigo es como si pudiera volver a creer en la salvación. Me hace soñar en un oasis en lugar de recordar los infiernos de las tinieblas. Felicidad cuando me acompaña viene con grandes historias, de todos aquellos que pude salvar. Sus almas son felices y agradecidas. Felicdad, ¿Crees que algún día yo los podré alcanzar?”
Una triste negativa, pensó mientras asentía. Pues entonces la compatibilidad en ambos era menor, no podía mostrar sus secretos, como tampoco podía explorar todos los que podía ella ofrecer. Podía ser lo mejor, en una amarga y decepcionante conclusión. Cuando prestó atención, advirtió como desviaba su mirada, el como evitaba verlo directo a los ojos, entrecerrando la mirada, sospechando. Sí no era capaz de mirarlo fijo, quizá había algo más allí. Algo detrás.... Un terrible escalofrío por su espalda lo hicieron quitar la propia para visualizar el suelo.
—No son muchos los que bajan y vuelven para contarlo. Puedo entender por qué no desciende —Sintiendo el brazo izquierdo arder, y un sutil gesto de incomodidad reflejó su rostro—. No sé como debería ser llamado, pues eso sería aceptar un mote que repudio, más si puedo nombrarme yo; quisiera que me recuerde como Mahdi. Siglos han pasado desde que me han llamado así.
Simultáneo a su revelación de su candys le entregó una máscar
