A diferencia suya, Mira tenía una montura digna de la realeza. El ave parecía tan pulcra y suave, en un blanco inmaculado que le recordaba a las nubes del día.
Se limitaría a seguirla, idealizando el comportamiento de los reyes debía haber cierto idealismo de que las actitudes o proesas únicamente destacables eran de aquellos quiénes gobernaban. Ante la vista adversa él no debía ser más que un viajero. Y sonrió por eso, esperando a que ella alzara vuelo para seguirla hasta su destino.

Estaba brevemente impresionada, pero solo expresó una sonrisa de agrado frente al "espectaculo" que aconteció frente a sus ojos. Mira es un poco egocéntrica por su naturaleza de soberana y por ello no iba a quedarse atrás, por tal razón elevó con gracia su fina mano diestra y de los cielos descendió una preciosa ave blanca de tamaño colosal que parecía una suave nube. La rubia subió sobre el lomo de ésta y con una seña le indico a su invitado: seguirle.

Estaba esperando a que ella tomara su carruaje y lo llevará al lugar.

—De no ser el ofrecimiento diría que me está amenazando. —Clavó entonces sus ojos ámbar en ella, quedando inmóvil, atento en caso de que quisiera hacer algo mientras él no miraba. Mientras la oía, no quitaba sus ojos de encima. Más aquella pregunta le hizo expresar cierta diversión.

—He dejado de temer hace muchos años.

Caminó entonces hasta el borde de aquél peñasco, dedicando una mirada al vacío, y al mismo tiempo el vacío lo miró a él. Entonces descendió. Dejando caer libre su cuerpo hacia la oscuridad que ahí abajo se le presentaba, rápidamente fue engullido en la negrura de las sombras.
Y no hubo sonido, fue un espectral silencio, como sí algo lo hubiese tragado de toda faz de la existencia.

El sonido de una enorme ave rapaz se advirtió del fondo, y de ello vino la figura de una criatura semejante al fénix, escapando de la profundidad del peñasco, domando el cielo con gracia y poder. Su jinete no era más que Mahdi, y él sobre el gran simurg la señaló, cómo sí dijera que

— En ese caso, es mejor que me tengas de amiga. —

Sonrió con cierta malicia y cruzó su cuerpo a un costado del hombre para dirigirse al vacío de un peñasco cercano, dejó que el viento meciese sus dorados cabellos de un lado a otro mientras contemplaba desde la altura el vacío.

— ¿Ideas?, Yo tengo un vehículo alado. ¿Le temes a las alturas?—

—La historia del lugar, conocer de sus héroes y leyendas, cómo funciona su infraestructura y cómo es su política.

Dijo sin medirse, no era secreto, buscaría eso.
Aunque debió admitir que le generó algo de gracia el ella ofrecerse como guía. Después de todo podía escuchar las voces de los espíritus quiénes ya le estaban explicando cómo moverse por la zona. Tampoco hacía mucho caso, podían estar mintiendo, eso ya lo comprobaría según el tour que Mira le diese.

—Podemos irnos cuando gustes, señorita Mira.

Observo con atención.
Lo meditó un poco y finalmente en su interior aceptó así misma lo siguiente que iba a vivir, desde que observó a Mahdi la primera vez notó la magia en su interior y sin embargo no se sintió intimidada.

— Soy Mira, y en cuanto a lo que vas a recolectar, ¿Que es?—

Dió unos pasos hacia él, era de estatura promedio y complexión delgada pero muy agradable a la vista. Se detuvo a unos cuantos pasos de él y le observó con determinación. — Me interesa la parte de historiador, porque para entrar a Artemyra... Me necesitarás—

De entre sus manos, un báculo apareció que lo superaba en altura, lo agarraba de una mano y lo recargaba contra el hombro, ladrando su cabeza. Tenía una expresión divertida en su rostro.

—Eso ya lo veremos, de todas maneras conocer una nueva cultura es emocionante. Tanto que podré recolectar.

Se palpó con la mano libre aquél bolso de tela que llevaba consigo, sintiendo el libro y pluma en el interior estaba listo para partir.

—Claro, madam, estoy a sus servicios; guía o historiador. En lo que pueda ayudarle estaré encantado.

Elevó ambas cejas casi albinas de lo rubia que es en una breve sorpresa. Se tomó unos momentos para detallar con la mirada a aquel hombre, por lo que notó muchas cosas positivas y se dispuso a continuar la conversación. — ¿Estás seguro de eso?, Artemina es un país... De acceso difícil. Mahdi, ¿A qué te refieres con: " a sus servicios"?.—

—Entonces deberé ir algún día para conocer esa exótica cultura —Carcajeó un poco y después en reverencia digna de un vasallo se presentó ante ella—, Mahdi, a sus servicios.