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KanwulfUlfsson · 26-30
Escuchó atento, con la mirada fija en el fuego danzante y la leña ardiendo. El sonido, el aroma, todo sería un buen motivo para sentirse en plenitud. Sin embargo, esa plenitud se había esfumado hace mucho tiempo, dejando tras de sí huecos y lagunas mentales que poco a poco llenaba con recuerdos sin sentido; memorias horribles de una vida que parece ser vista atraves los ojos de algo escabroso y al acecho.

—... —enmudece tras la pregunta, como si un dolor existencial fuese aquello que le impide dar una respuesta coherente. —No me gusta lo que veo cuando cierro los ojos —espetó escueto—, y hay veces en las que simplemente tengo que hacerlo, como tú. —terminó con una mirada de soslayo, pero sin darse media vuelta sobre su asiento para verla.

—A veces puedo descansar, a veces veo... —el fuego se mece con lentitud, y luego fiereza enardecida— ... Fuego.
Maelie · F
El sudor frío se deslizó por la frente de Maëlie mientras esta intentaba recuperar el aliento. Sus sueños habían dejado de ser sueños para mutar en horribles pesadillas que le ocasionaban un dolor tal que incluso su cuerpo sufría; era todo por el hecho de que sus alas habían sido arrancadas y su mente buscaba incesantemente recuperar algo que ya no estaba pegado a su espalda. De ese modo los humanos le habían arrancado todo: su cultura, a su familia, sus alas y su descanso.

—Yo... Sí —respondió de manera escueta, aún aturdida con las imágenes de su mal sueño. Ni siquiera pudo girar la mirada para buscar el motivo de aquel exquisito olor; sentía vergüenza y una rabia que amenazaba con ser irrefrenable. Nada propio de ella y de su personalidad calma.

—¿No has dormido nada? —se levantó de la cama de hojas que creó para sí misma y talló su ojo derecho con su mano hecha puño— ¿Cómo logras trasnochar tanto? Quisiera saber...
KanwulfUlfsson · 26-30
¿Qué te sorprende? —la duda puede denotarse en su voz, con un amago de incerridumbre que logra pasar casi desapercibido, perdiéndose en la seriedad que parece permanecer eternamente en su rostro. Espera su respuesta mientras se dedica a apilar los leños recolectados para formar la hoguera, de la cual puede escucharse la madera crepitar y la flama devorar lo que el jötunn decide agregar. Mueve un poco, y a su vez, remueve los conejos empalados.

El aroma a carne se impregna, el hambre despierta, era mejor comer tarde a tener que irse a dormir. —Supongo que fue otra pesadilla.

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