—Calla, mi vida... No hay que llorar~ Duerme y sueña feliz. Siempre tu debes mi arrullo llevar~ Así yo estaré junto a ti... Le cantaba suavemente, acomodando con sumo cuidado en la cuneta improvisada que pudo conseguir, esperando fuera suficiente para su cría, mirándolo fijo y sonriente, acariciando con un suave roce su mejilla. —Mi pequeña esperanza... si tan sólo tu padre te viera.
Reconocía esa voz, hacía mucho tiempo no la había escuchado pero no evitó que le erizara la piel, apenas girándose a mirarlo y mostrando los colmillos, protegiendo recelosamente a su cría.
—¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habías desaparecido.
