Estuvo escondido por un tiempo, había tenido muchos cambios, estaba abrumado y deprimido, se sentía vacío e ignoraba si era por el embarazo mismo. Había elegido tomar un tiempo, alejarse del mundo, pero el momento en que decidió volver ya no lo hizo solo, ahora tenía una pequeña cría a la cual adoraba como no podía expresar con palabras, era su rayito de luz.
Musitó suavemente, con una pequeña sonrisa antes de acercarse hasta la cuna y mirar a su pequeño despierto, acariciando suave sus cabellos.
—Es hermoso ¿No es así? Tiene tu cara, es tan lindo y nació sano, es lo que más me preocupaba.
Ese miedo constante era el que le obligó a irse de repente, sentía que todo iría mal, que lo iba a perder y, afortunadamente, se equivocó. Terminó arropandolo, mirando apenas de reojo al can para ir hacia su armario empolvado por el tiempo de abandono, abriendolo y sacando una playera.
—Aún no tiene nombre... no quería ponerle uno sin preguntarte primero.
