Murmuró, luego de haber escapado de casa y sentado en el parque, abrazando sus piernas. Desde que quedó en cinta, su celo se había suprimido por completo, no obstante el de su pareja no y sabía que sería difícil para él, en especial no poder atenderlo debidamente y, más aún, sin un enlace de por medio. No quería llorar, sabía que eso tarde o temprano le llevaría a reconfortar su calor en otro sitio y él no podía reclamarlo, pero le dolía pensarlo, imaginar que otro omega llamaría su atención. Por un momento maldijo a la criatura en su vientre al verle responsable.
—Lo recuerdo pero... Tu mejor que nadie debe saber que, aún en mi temor, mi orgullo es lo primero... Si soy capaz o no de traer a esta criatura al mundo, no quiero que sea por alguien más, si no por mi. Pero... Eso no evita que tenga miedo a encariñarme y perderlo, más aún, que mi pareja se encariñe de algo que no pueda ser.—
Sabía que era ilógico y egoísta, al menos para quienes miraban desde fuera pero, como buen felino callejero, se valía por su cuenta la mayoría de veces y vivía al día, sin nada seguro para su futuro.
—Agradezco que estés dispuesto a luchar así por ayudarme, Viktor... Cuando mi propio orgullo no sea tan grande, iré a buscarte antes que a nadie si las cosas se complican.—
