Murmuró, luego de haber escapado de casa y sentado en el parque, abrazando sus piernas. Desde que quedó en cinta, su celo se había suprimido por completo, no obstante el de su pareja no y sabía que sería difícil para él, en especial no poder atenderlo debidamente y, más aún, sin un enlace de por medio. No quería llorar, sabía que eso tarde o temprano le llevaría a reconfortar su calor en otro sitio y él no podía reclamarlo, pero le dolía pensarlo, imaginar que otro omega llamaría su atención. Por un momento maldijo a la criatura en su vientre al verle responsable.
Cerró los ojos, logrando relajarse luego de aquella tormenta interna, suspirando y agradecido de su compañía en ese momento, adoraba tenerlo de amigo y confidente.
Tenia buenos argumentos y por una extraña razón entendía ese sentimiento, fue por ello que no insistió, aunque en un inicio no pretendía obligar a hacer algo que no quisiese pero si quería hacerle saber que no dejaría que nada malo le pasase, ni a él ni a la criatura que llevaba en su vientre. —Esta bien, seguiré esperando ese momento — Lo acerco más a su cuerpo y termino por posar su mejilla en la cabeza del felino.
—Lo recuerdo pero... Tu mejor que nadie debe saber que, aún en mi temor, mi orgullo es lo primero... Si soy capaz o no de traer a esta criatura al mundo, no quiero que sea por alguien más, si no por mi. Pero... Eso no evita que tenga miedo a encariñarme y perderlo, más aún, que mi pareja se encariñe de algo que no pueda ser.—
Sabía que era ilógico y egoísta, al menos para quienes miraban desde fuera pero, como buen felino callejero, se valía por su cuenta la mayoría de veces y vivía al día, sin nada seguro para su futuro.
—Agradezco que estés dispuesto a luchar así por ayudarme, Viktor... Cuando mi propio orgullo no sea tan grande, iré a buscarte antes que a nadie si las cosas se complican.—
—¿Imposible? Eso es algo que diría un ser inferior. Pero en otro plano, acudiendo con la persona correcta tu problema puede resolverse. ¿Recuerdas de lo que hablamos en el museo? No dejaria que la muerte nos separase, es claro que pelearía con ella para salvarte y a ese bebé si así lo quisieras.— Para cuando termino de hablar su mirada se encontraba sobre el horizonte, viendo el bello y tranquilizate atardecer.
Se separó un poco. Era una historia que no gustaba de recordar, menos desde lo sucedido y temía que se repitiera.
—¿Recuerdas... cuando formé parte de una peculiar familia? Tuve algo que ver con uno de ellos, aunque no de la forma que hubiera esperado. Terminé en cinta pero no lo sabía.—
Le miró de reojo, encogiéndose de hombros.
—Fui patético, me dolió tanto que...quise acabar con todo. Busqué un puente, pero los gatos tenemos 7 vidas... Terminé herido, fui al médico y... fue cuando me enteré de que estaba esperando, lo perdí...—
Su garganta terminó con un nudo, respirando profundo e intentando calmarse.
—El médico dijo que sería imposible volver a gestar, me había lastimado mucho...—
—¿Que es a lo que le temes? Honestamente pensé que estaría emocionado con ese embarazo, ciertamente no logro entender muy bien cual es el problema.— Sin perder la postura bajo la mirada intentando ver el vientre del felino mientras esperaba una respuesta.
Soltó un suspiro con pesar. En parte se sentía aliviado de no tener que explicar más, pero eso no terminaba de quitarle el temor. Lo escuchó antes de mirarlo, sonriendo un poco.
—Lo sé... Te lo agradezco mucho, Viktor. Es sólo que... No sé si realmente quiero esto. Quiero decir... Es lindo pensar en tener una cría, pero...—
Ese miedo seguía latente y lo ocurrido recién con su pareja lo aumentó. No sabía que hacer.
Dejó que se recargara en él, aprovechando para abrazarlo por el hombro. —No necesitas decir más, se lo que tienes, no se me escapa nada — Respondió luego de escucharlo hablar. —Debo recordarte que si tienes algún problema o necesidad puedes acudir conmigo, sabes cuanto te quiero. . . me sentiría muy mal si algo malo llega a pasarte —
Musitó suavemente, con un suspiro de pesadez y terminando por buscar refugio en él por los años y la confianza entre ambos. Terminó reposando su cabeza en el hombro ajeno, cerrando los ojos, ordenando las ideas en su cabeza antes de volver a abrirlos para mirar alrededor.
—No sé si llamarlo enfermedad realmente... ¿Recuerdas cuando te dije que me sentía mal y te pedí un permiso? Terminé exhausto, con asco, me sentía como si fuera a morir...—
—Cómo no venías a verme tuve que venir yo a verte. . . me tenías preocupado— Enderezó su torso y giro su rostros para cruzar miradas con el felino. —¿Que sucedió contigo?— En un instante cambio su expresión tranquila a una de preocupación.
