[center] Esa mirada... Me trae malos recuerdos, prefiero tu sonrisa, pero tu modo de ser es lo que le pone lo especial a esta relación, tu eres el maduro y yo bueno.. ¡Ya me conoces!

—Ella por su parte dejó sus manos a sus costados, observándole alegre conforme escuchaba sus palabras acerca de su trabajo en la tesis que estaba escribiendo— Me alegra escuchar eso, tu trabajo está rindiendo frutos. Espero que siga en pie que me dejes leerlo, Darien. —Mencionó con una sonrisa en los labios, acomodando la pequeña maleta sobre su hombro— Por ahora es mejor que te mantengas aquí, por si tienes que arreglar asuntos importantes, ya pronto podrás volver a Tokio. No, no interrumpes; estaba saliendo de mi práctica de ballet. Iba a comer algo ¿Te gustaría acompañarme? Yo invito. —Arrugó un poco la nariz manteniendo esa sonrisa sobre sus labios—

Apenas sus manos se soltaron, el azabache llevó a resguardar las propias en los bolsillos de su pantalón. Era un día frío.

— Tengo más tiempo últimamente, desde que dejé mi trabajo en revisión. Hasta ahora he recibido buenos comentarios, casi nada para corregir —respondió con orgullo y alivio. Pocos sabían lo pesado que podía ser estar en su situación, pero era parte de su destino—. Tendré unas semanas más así, pensaba viajar a Tokio, pero prefiero mantenerme cerca ante cualquier percance. ¿Qué hay de ti? ¿Te interrumpo de camino a algún lugar, Zylith?

—Recordó aquella vez que se toparon y era verdad, no alcanzaron a presentarse, había asumido que él sabría su nombre— Tienes toda la razón, ambos estábamos tan distraídos que nos olvidamos preguntarnos nuestros nombres. —Estrechó su mano con calidez aún regalándole una sonrisa— Ambos son nombres únicos, aunque si es curioso que te llamen Darien. No lo había escuchado... Darien. —Sin duda un nombre tan único como el de ella, soltó su mano con delicadeza— ¿Cómo vas con tus estudios, Darien?

Los recuerdos sobre esas opiniones acerca de su seriedad se remontaban a su infancia, o más bien desde que tenía uso de la memoria—. Aquella vez tuve que irme demasiado rápido, quedé en avisarte y ni siquiera pregunté tu nombre —ciertamente. Rápidamente alargó una mano para encontrarse con la ajena, estrechándola también—. Asumo que es un nombre único, nunca antes lo había escuchado. Zylith —tuvo que repetir su nombre un par de veces para asegurarse de grabarlo en su mente. Era tan peculiar que no lo olvidaría—. Chiba Mamoru —se presentó también—. Pero por alguna extraña razón todos por aquí me llaman 'Darien', supongo que es más fácil.

—La sonrisa de ella era dulce y amigable siempre que se topaba con él— ¿En serio? Aunque me imagino que tu seriedad de ahora es por tus estudios, lo cual está más que justificado. —Que la llamara de esa manera la hizo reír nuevamente, por lo que estiró su mano hacia él— Zylith... Me llamo Zylith. Pensé que me había presentado.

Su sonrisa era amable y de gusto, siempre era bueno encontrar un rostro familiar estando tan lejos de casa—. Aún así toda la vida me lo han dicho. Qué se le puede hacer —negó ligeramente con la cabeza, encogiendo un poco los hombros a su vez—. Hola, chica artista.

—Rió bajito al escucharle y ver su expresión tornarse complemente diferente a la que tenía. Se acercó al azabache cargando una pequeña maleta al hombro— No siempre. Sólo hoy.

— ¿Eh? —detuvo su andar apenas percibió una voz conocida. Al ver el rostro de la rubia, en sus labios se fue trazando una amplia sonrisa, borrando todo rastro de seriedad al instante—. ¿Te doy esa impresión?