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Finalmente logró asombrarlo, jamás imaginó las marcas impresas en sus manos, muestras integras del esfuerzo al que ella se refirió. Su mirada fue a parar primero en su mirar tan brioso, aunque luego bajaron hacia estas extremidades, se atrevió a regalarle una pequeña caricia para verificar que no fuese callosidad reciente o incluso inventada para intentar justificar esos recados; la rubia no le mintió, siendo justos, nunca lo hizo—. Espero que las disfrutes entonces, porque la próxima vez me la pensaré mejor antes de hacerte un recado —respondió mientras lentamente se apartó de su cálido y torpe tacto, la ausencia de este hizo que él empuñara las manos, aunque fue de manera sutil, el frío nada tardó en apoderarse de sus dedos. Tras dejar atrás ese tema en particular, se atrevió a dudar sobre algo, la encaró con un poco de seriedad, solo un poco— ¿Por qué decidiste vivir aquí? Aunque me pese, fuera te iría muy bien...
M1582748 · F
-Extrañamente en ese momento todas ganas de jugar con él se esfumaron, viéndole recibir ese "premio" tan dócil le hizo revolver e estómago, y no de una forma desagradable, sino de una sensación de enternecimiento, como si de un animal tierno se tratase, pero disimuló, sólo mirándole hasta que su voz le hizo salir de sus pensamientos.-
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¿E-E? ¡Para nada! Solo mira. . -Y dejando el encargo sobre la mesa la rubia buscó sujetar las manos ajenas, frotando las suyas; sus manos, aunque lucían delicadas no eran completamente suaves, incluso pequeñas cicatrices coronan sus dedos y palmas, fruto de tantos años de esfuerzos por sobrevivir en aquel lugar, sonriendo.- ¿Ves? Simplemente me gusta que los visitantes me consientan un poco, más si se esfuerzan tanto por traer lo que me gusta tanto. . -Bromeó y un guiño le acompañó.-
[Pero se negó a responder. Él no era muy amigo de la naturaleza, existió un claro motivo para esto, los animales y seres feéricos eran extremadamente perceptivos, por tanto eran recelosos con su presencia, aunque la voluntad de la princesa fuera contradictoria con el instinto. No fue un oso, tuvo un encuentro con algo peor, pero prefirió guardarse la explicación y simplemente aceptar su premio consuelo; con los ojos cerrados acortó las distancias entre sus labios y la baya, de un bocado se la comió y de paso acarició la yema de los dedos de la rubia, al menos el dulzor fue un consuelo que lo puso de mejor humor—. ¿Por qué no fuiste a buscarlas tú?, ¿tan acostumbrada estás a que te sirvan? —la cuestionó, pero su tono no fue precisamente agresivo, sino que sintió genuina curiosidad.
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¿E-Eh? ¿Pero qué? ¿Acaso se las quitaste a un oso. . ? -Preguntó claramente preocupada a su aspecto, aunque en el fondo le parecía gracioso, abrazando el saquito contra su pecho, y buscó sacar una de esas bonitas bayas, la limpió un poquito y la acercó a los labios ajenos.- Abre, este es tu pago. Heh. ♡
— ¿Sabes lo que me costó conseguirlas? —Se quejó y luego apoyó un saquito sobre el busto de ella, como si tales atributos fuesen una mesa. Estaba algo sucio, al parecer tuvo problemas en el camino.
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