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Cuando la humanidad sufre de un miedo colectivo intenso, toda la negatividad se acumula en un solo ser, creando un cuerpo que alimenta su poder en base a ese miedo, es así como se dio origen a la existencia de Makima y de los otros demonios. Representa el miedo a ser controlado, miedo que existió desde hace siglos, iniciando con las jerarquías monárquicas hasta la actualidad; donde la gente teme a que sus gobernantes los hagan caer en una dictadura que iguale a la de los genocidas de la historia. Sin embargo, actualmente su mayor fuente de poder no yace en alimentarse del miedo en sí, sino en un contrato que tiene con el primer ministro de Japón, donde los ciudadanos de su país tomarán su lugar a la hora de morir, permitiéndole seguir viva incluso después de morir de formas atroces, volviéndola completamente inmortal, esto a cambio de ella acabar con los demonios más peligrosos que atacan Japón.

Al tener una doble identidad como cazadora de demonios y a su vez el demonio control, la moral en sus actos son cuestionables, es impredecible y no hay forma de saber cuál será su próximo movimiento, si es aliada o enemiga sólo el tiempo lo dirá. Su personalidad también llega a ser un factor clave para causar confusión, se muestra sonriente y confiable la mayor parte del tiempo, únicamente se ve seria cuando está en contienda. Es silenciosa por naturaleza, si le estás mintiendo lo más probable es que finja no saberlo, más la realidad es que tiene oídos en todas partes, escucha las mentiras y las recuerda. Tiene una conexión con las ratas y aves de todo el mundo, mediante ellos puede oír lo que sucede en cada rincón y anticipar cualquier movimiento en su contra.

Aunque forma parte de los cuatro jinetes del apocalipsis, su única razón de existir es liquidar a los otros tres jinetes; el demonio de la guerra, muerte y hambre respectivamente, para alcanzar esa meta sacrificará a cuantos haga falta. A pesar de trabajar para el gobierno como cazadora de demonios de seguridad pública e incluso tener un rango alto en su trabajo, fue y es capaz de asesinar a sus propios subordinados o aliados si lo cree necesario, todo con tal de que no interfieran en sus planes.