Se detuvo ante la advertencia y sujeto el bastón, mas no hizo nada, el interruptor de la batalla para la clérigo estaba lejos de ganar soltura, pero si mantuvo la guardia y mas aun cuando escucho una voz masculina desconocida pronunciarse junto a las risas de su sequito, templo los nervios y se mantuvo en el sitio.
Eran cuatro, 3 hombres y una mujer, humanos y de estatura promedio, todos bandidos de las montañas, ropas y armas toscas, como hachas y espadas. Dos delante y dos detrás, el que parecía el líder observo a la sacerdotisa y luego a la cazadora, le hablo directamente a ella y en su rostro nada bueno escondía.
— Saludos señorita, seré claro para evitar tontos problemas, nos vas a entregar a la sacerdotisa que te acompaña y tu seguirás tu camino, si eres obediente, puede que te lleves incluso algunas monedas.
Finalmente cerca del destino, lo único que deseaba era simplemente descansar momentáneamente antes de ir a por alguna misión nueva, oro fácil, como lo podría ver ella. ¿El inconveniente? Miradas furtivas que asechan como bestias vigilando a una presa; Morag había sonreído, justo para ese instante sus flechas estaban preparadas.
━ Hey, Yuno. Necesito que recites algún conjuro de defensa, ¿quieres?
Ella miraba al frente pero sonreía sin detener la marcha, el entusiasmo y la confianza de Morag la hacían sentir segura, no quedaban muchos kilómetros para llegar al pueblo y solo la cazadora pudo sentir que ambas eran observadas y acechadas desde la espesura que daba a fuera del camino.
— Nunca he subido a caballo, desearía poder hacerlo.
No iría a preguntar el porqué de sus gestos, para la cazadora, habían muchas cosas que no podría comprender por parte de la otra mujer, como principal sería esa obsesión suya por esa extraña religión. En todo caso, tampoco era una mentira: ayudarla era igual a tener beneficios en batalla y oro más sencillo que tras hacerlo sola. Por inercia, observó la pequeña ballesta de su mano, la apuntó hacia delante en referencia de la siguiente respuesta, aún si Yuno fuera incapaz de verla.
«Beneficios...», pensó y sonrió. Ciertamente es raro encontrar sacerdotisas de la cenizas viajando sin reglas, el caso de que ella fuera excomulgada y desterrada era la principal razón, incluso con el conocimiento de un lenguaje prohibido bajo la manga. Lo único desfavorable de la situación era su ceguera que sabia que la había puesto en peligro varias veces y Morag estaba ahi para salvarla. ¿Acaso Al'Ar escucho sus plegarias cuando pidió que iluminara su camino y puso la cazadora en su camino? Aun no la conocía tan bien.
— Muchas gracias Morag. — Añadió con respetuosa sinceridad. — Por cierto... ¿sabes montar a caballo?
