No era lo que había anticipado cuando había accedido a ayudar a Rima con sus prácticas mágicas, y realmente había excedido cualquier proyección negativa que habría podido imaginar en el momento en que había sido perdido por ella. Era una experiencia curiosa, sin duda, pero sin magia o la capacidad de volar con el particular tamaño que tenía se veía limitado a sus propios recursos a la hora de enfrentar una adversidad. Y más de un perro y gato, sin mencionar un muy extraño búho que había salido de quién sabe dónde, habían intentado hacerse con él en el poco espacio de tiempo que había tenido a solas. Podría haberle explicado todo eso al joven príncipe muglox luego de que se levantó del suelo y empezó a desempolvar su pantalón y camisa. Pero, para variar, su respuesta se limitó a un. -Podría estar peor. Imagino que Rima te contó los detalles, ¿cierto?- Preguntó, enderezándose y a duras penas ocultando el dolor en la espalda causado por su última caída.