Peinó los largos cabellos rosados de la niña, haciendo uso de sus dedos lo llevó hacia atrás, el siguiente paso fue colocarle aquel accesorio. Una vez puesto, ensanchó la mirada y abrió la boca, esto en un “asombro” fingido, al ver el caramelo. —¿Para mí? ¡Justamente es de mis dulces favoritos! Por cierto, pequeña, ¿y tus padres? —Estaba tomando un papel de preocupación que no le correspondía, aún así sacó su celular en caso de que la pelirrosa dijera estar perdida o similar, algo típico.

Asintió, no le agrada dar mucha información sobre su hogar; simple sus respuestas eran asertivas pero elusivas a la ves. —Lo es, papi y mami decoraron todo para que fuera mas bonita.— Su mirada se ilumino cuando la escucho, casi la emoción podía brotar por sus pequeños poros, asintiendo rápidamente a su propuesta, acercándose a ella, toqueteando un bolsillo de su vestido para sacar un caramelo, para entregárselo mientras le colocaba aquella diadema de orejas felinas. — Oww ¡Ahora sera una gata gruñona!—

Esa respuesta de la pequeña la dejó insatisfecha, pero, ¿qué podía esperar viniendo de una niña? —¿De tu casa? Debe ser muy bonita sí.— Mei era poco expresiva, pero no resistió la ternura inocente de la ajena, curvó los labios en lo que era una suave sonrisa, además de breve . —¡Así es, soy una gata gruñona! ¿Quieres ser una tú también?— Retiró el accesorio de su cabeza, y le hizo un ademán, avisándole que podía poner esas orejas en su cabeza si se lo pedía.

—Si, me divierte mucho ¿Yo?Vengo de mi casa.— Respondió de forma infantil, notando el movimiento en los ojos al seguir aquella ramita, indicándole que no la atacaría y lo mas importante no parecía mala persona, Cotton podía o no mostrar desconfianza pero sus orejas la cautivaron, sacando ese lado tranquilo que poseía. —Eres un gatito—

Fue una sorpresa que la pelirrosa regresara, según ella ya la había ahuyentado con su improvisado ''performance'', la niña le parecía curiosa; hasta cierto punto le recordaba a su hermana. —¿Te diviertes de verdad con algo tan simplón cómo una ramita? ¡Qué lindo! , ¿dé donde vienes?— La invadió la curiosidad, casi nunca se le acercaban los niños, o los perros, quizás por la cara de pocos amigos que siempre traía, también siguió el movimiento que le daba a la rama con la mirada.

Pestañeo unas veces rápido, ladeando su rostro hacia un costado ¿La morderia? Hizo una pausa, tiene que pensar ¿Que fue lo que su madre le dijo? Oh si claro, corrió alejándose solo para buscar una ramita con un diente de leon y regresar —Jugamos un rato, mira se mueve.— La mejor manera de hacer amigos es jugando.

—¡Grrr!— Soltó un sonidito amenazante, de tono bajo. Las orejas que tenía no eran más que indumentaria para uno de sus trabajos; pero era divertido seguirle el juego, actuando como gata avisando de un previo ataque, eso si.

Se acerco a la mayor tras oírla ¡Maullar! haciendo con los dedos de su mano el llamado de "misu, misu" es curioso, no sabe si esta bien o mal, oh sera tiene hambre. — Michu, michu.—