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||Rᴏʟ || Nᴏ Lᴇᴍᴏɴ ||
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LeoTsukinaga · 22-25, M
LeoTsukinaga thinks you are Cool.
Minette · 31-35
[i]—Estúpido y sensual gemelo, te odio por ser tan atractivo y perfecto como yo[?]—
[b]Viene a joderle, por que ya era tiempo y por que asi se le antoja.[/b][/i]

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[/center]
La mujer que se había encargado de cuidar de Yuki durante esos largos y tristes meses, entró a la habitación que estaba en penumbras aún, siendo solo un delicado rayo de sol que se colaba por la cortina del amplio ventanal y que dichoso, iluminaba ambas siluetas.

Era como si el mismo Rafael hubiese dibujado a aquel par en una de sus famosas pinturas, abrazados, burlándose juntos del pasar del tiempo y de odio que tuvieron que soportar para estar justo en ese momento, juntos.

Soltó la castaña un suave sollozo y lentamente se apartó del abrazo del opast. Llevó ambas manitas sobre las mejillas del demonio, observando con cuidado sus facciones, cerciorándose que ciertamente, no había estado soñando, ni que tampoco fuese un de los fugaces recuerdos de otras vidas que solían invadirla. Tras palpar y confirmar que no era un sueño, sonrió.

—Bienvenido a casa, Luka Crosszeria.—La mujer de edad avanzada soltó una exclamación al escuchar aquel nombre y se llevó las manos al pecho como si así pudiera aliviar la impresión.

—Luka Crosszeria, mi señora? —preguntó la sorprendida mujer, mientras se metía una mano en el mandil de lino que portaba y sacaba una extraña cajita que siempre portaba desde que hubiese llegado a esa mansión por órdenes de los ancianos y se la acercó al opast.

—entonces, esto es para usted. —
Sintió una extraña calidez acariciarle el rostro. Era la respiración del opast que sentía en sus mejillas y que hacía tanto tiempo no había sido capaz de sentir, en otro tiempo, en otra vida, dónde se vieron por última vez. Lentamente, la mirada de la joven se abrió, encontrándose con los brillantes ojos plateados del demonio.

Sabía que estaba despierta, sabía que en esta vida no se habían visto, sin embargo, lo reconocía, sabía quien era y lo que significaba para ella. La piel marchita de su faz comenzó a desvanecerse al momento en que se levantó de un sobresalto de la cama y abrazó al opast del cuello. Escondió el rostro contra el hombro del demonio y soltó un suave sollozo al recordar, al saber que nuevamente estaría a salvo.

—Volviste... —Susurró con voz suave y temblorosa, al oído del demonio —por fin volviste —pareciera que todo lo pasado no lo hubiera vivido nunca, la muerte de los zweilt, la pérdida de su familia, el saberse sola y haberse hundido en la demencia en un intento por desconectarse de esa dolorosa realidad.

—Realmente eres tu... Luka... —
La mujer mayor, un tanto preocupada por dejar a la joven sola con aquel desconocido, no tuvo más que aceptar al ver el sereno semblante de la chica que ahora parecía descansar tranquilamente. No había visto verla dormir con tal tranquilidad en meses, así que sólo le dedicó una reverencia al joven de oscuros cabellos y salió de la habitación.

La noche transcurriría con calma. El sol de la mañana apenas tocaría los fríos ventanales de la habitación, el canto de las aves en el jardín, parecían escucharse más alto, más armonioso.


Era un nuevo día... quizás el primero de una nueva vida.
Yuki2104 · F
|| Wow! Dos años desde la última vez que roleamos aquí... que recuerdos!!


ON:

La oscuridad solo acompaña a aquellos que están dispuestos a aceptarla y vivir por ella, más el caso no era para una mujer que ahora transitaba, aparentemente desorientada, por las oscuras calles de la ciudad de Tokio. Se perdía entre los callejones, caminando entre los cerrados locales comerciales que imperaban en las avenidas nocturnas de la ciudad. Era muy entrada la media noche y el frío calaba la piel como pequeñas y dolorosas agujas que parecían introducirse lentamente entre los finos poros de su piel.

—Tch... Esta noche tampoco habrá suerte... al parecer —Susurró la mujer cuya melena escarlata resplandecía a pesar de las nulas luces de la callejuela. Había estado siguiendo a alguien. Alguien que debería someter cuanto antes y devolverlo al infierno del que había escapado por causa de su propia imprudencia.

Se guardó las manos dentro de la gabardina y siguió su camino, intentando seguir el rastro que ya se había perdido, pero que ella intento localizar, llegando finalmente, tras una ardua caminata, a una extensa sección de bosque que hacía tiempo no visitaba. Se detuvo frente al sendero que guiaba a un oscuro tunel que parecía no tener fin y que además a su parecer, no llevaba a ningún lado, por lo que asumió sería un conducto de aguas pluviales.

—¿Dónde se habrá metido ese maldito...? —Susurró la mujer con molestia, mientras paseaba la mirada a sus alrededores, era un humano, un proscrito? no lo sabía aún con certeza.
En su sueño, estaba sentada frente a un cristalino lago. La orilla era un verdoso prado, donde no habían muchas flores pero si dientes de león, que se esparcían a merced del viento de la tarde.

[i]—[c=#404040]He vuelto... [/c]— escuchó la joven en su sueño, que la obligó a alzar la vista, encontrándose con un alto varón de ojos plateados y mirada calmada, sonrió complacida tras la confirmación y volvió su atención al lago, cuya superficie se agitaba por el viento que le acariciaba.



[c=#E57300]—Tardaste... —[/c]Le respondía la castaña al desconocido varón de su sueño y extendió su mano a él para tomarla con sus pequeños y delgados dedos. [c=#E57300]—pero de nuevo me encontraste... —[/c][/i]


—...Luka... —Susurró la chica entre sueños, para oídos de los presentes.
Dormía "plácidamente" en aquella cama, dentro de las penumbras que las gruesas cortinas de aquella lujosa habitación le proporcionaba. Su piel estaba marchita, su cabello encanecido, estaba delgada hasta los huesos, su presencia no se asemejaba en nada a la de una jovencita de 20 años, parecía aún mucho mayor.

—Cassio.. —Musitó la chica en voz muy baja aún sumida en sus sueños, dónde el dolor de ver a su hijo ser tragado por un extraño vórtice se repetía una y otra vez. Una lágrima se deslizó por su sien y soltó un suspiro cuando su sueño se volvió negro y volvía a un tiempo lejano, 100 o quizas 200 años atrás, en otra guerra, otros tiempos y entonces, sus dedos se movieron con un ligero espasmo, antes de dejarla caer fuera de las cobijas, colgando fuera de la cama en dirección al opast.
La mujer asintió a la petición del apuesto varón, indicándole con su diestra el bien conocido camino por el Opast, hacia la habitación de la castaña. En efecto, todo en el interior de la gran mansión era gris. No conservaba en absoluto la calidez que la sola presencia de Yuki provocaba. Subieron por las escaleras hasta el pasillo de las habitaciones mientras la anciana le contaba al desconocido sobre las tristezas que la castaña había tenido que pasar desde la desaparición de su hijo

—y la pobrecita aún no sabe lo de su esposo. No he tenido el corazón de decírselo—argumentó la mujer mientras se detenía frente a la puerta de la habitación de la luz de Dios y tras girar la perilla y empujar la puerta a la penumbrosa habitación, le invitó a entrar, sin siquiera anunciarle.
La anciana mujer miró de pies a cabeza el portento que estaba en su puerta. No parecía alguien peligroso y además había tocado a la puerta, así que dedujo que no era peligroso. Ante la aseveración del varón, la mujer soltó un suspiro cargado de pena y se apartó lentamente para así abrir la puerta para dejar al caballero entrar.

—¿Lo envían los ancianos? —Le cuestionó la mujer mientras esperaba a que aquel apuesto hombre cruzara el umbral de la puerta —Hace tiempo que lo estábamos esperando... Mi niña cada vez está más apagada, creo que un día de estos, solo se desvanecerá... —Dicho esto, la mujer soltó un sollozo, afligida por la suerte de la jovencita.