Creo que es la primera cosa que hacemos tan bien en equipo. —Bromeó un poco, sonriendo cada vez más notorio. Estaba tan hipnotizado por el momento que giró el rostro para estar más cerca del de Artsé. Ahora resultaba más notorio lo mucho que buscaba su compañía.— Qué va, seguro será tan expresivo como tú, así de libre y adorable. —Muy despacio, solo con la punta de los dedos, acarició la mejilla de su hijo, admirándolo dormir.— Te admiro mucho, Artsé... En serio.

¡Es demasiado pequeño y bello! — Más que nunca la felicidad que irradiaba Artsé era impresionante, de hecho parecía que al caminar danzaba felizmente. — No puedo creer que le dimos vida a algo tan perfecto, Lesz. — Se acercó a él y lo abrazó por la espalda mientras recargaba su mejilla en el hombro y así poder mirar a su bebé en aquella cuna. — Se parece a ti, sólo espero que no saque todo tu carácter serio.

Creí que le estabas dando de comer y... —Ya no le dio oportunidad, con algo de nervios entró a la habitación. El aroma había cambiado, era como si hubiera algo muy suave en el aire que le traía paz, una muy grande. Se acercó a la cuna y lo vio otra vez, su hijo.— Es muy chiquito.

¿Y por qué te escondes? Tienes derecho a pasar y ver... Y cargarlo si quieres. — La sonrisa de Artsé iba de oreja a oreja cómo las últimas 72 horas teniendo ya a su bebé en aquel rincón del bosque. — ¡Ven! — Lo jaló suavemente después de haberle tomado de la mano.

—Diablos, atrapado.— Solo me aseguraba de que estuvieran bien.

¿Estabas espiando? — No pudo evitar soltar una risa al verlo del otro lado de la puerta. —