—Una sonrisa pícara acompañó el pequeño descenso de su cabeza hacia ella cuando tiró de su labio, no se había atrevido a tanto pero no iba a negar que le gustaba que ella lo hiciera, porque se veía tan seductora como la vez que sucumbió ante sus besos.— ¿Y no recuerdas que te dije que los antojos se pegan? —Compartieron una profunda mirada en complicidad antes que él diera un paso más, lleno de confianza por el ambiente, se agachó hasta encontrar un espacio en su cuello, donde depositó un beso silencioso.—

— Interrumpió por un breve segundo el beso, sólo para darse gusto y por fin darle una suave mordida en aquel labio inferior que tanto se le había antojado tiempo atrás. Sonrió al tiempo que tiraba suavemente de él hasta soltarlo. — Sabes que no me puedo quedar con antojos de nada... — Susurró en sus labios antes de alejarse un poquito más sólo para verlo a los ojos. —

—Nathalie poseía en sus labios, un sabor desconocido, era adictivo, se sentía real y excitante. Era atraído por su tacto y por el deseo, cerró distancia y sus manos no hicieron otra cosa que rodearla con necesidad, esa era su forma de demostrarle que la aceptaba, con su lenguaje corporal... Diablos, cómo le gustaban sus labios.—

Algo así... — Alcanzó a susurrar muy suavemente una vez que sus labios entraron en contacto. Se sentía tan bien tenerlo cerca, ya sin ser nada forzado como antes sino algo más natural. Sus labios eran tan carnosos, deseables... Sin más empezó un suave y cariñoso beso mientras subía sus manos a los hombros ajenos esperando más cercanía. —

Suena a que está buscando acomodarse, como sueles hacerlo cuando duermes. —Y así fue como se delató. Cuando Nath solía tomar siestas por el embarazo, a veces él la contemplaba dormir. No era con morbo, sino con curiosidad, él solía estar alerta incluso al estar "descansando", pero ella no, veía en su rostro el verdadero sueño reparador del que tanto hablaban y le daba felicidad saberla tranquila.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por ese mimo suavecito. Se quedó inmóvil un instante, cerró los ojos y sonrió al reconocer la piel fría y suave de Nathalie... Oh no, aquí va de nuevo. Se agachó otro poco, girando el rostro, buscó sus labios y los rozó con los suyos muy suavemente, incluso sus manos sobre su vientre concretaron una caricia gentil, la tocaba como si temiera romperla.—

— Sentir su frente junto a la suya fue... Un revuelco en el estómago, la ponía tan nerviosa. Sin embargo se limito a sonreír y asentir. — Así es, a veces los movimientos se ven en la pancita porque los hace hacía este lado, pero hay veces en las que los hace en sentido opuesto así que imagínate... — Con la ternura latente por hablar de su bebé y sentirse tan cómoda en aquel momento Nathalie rozó la puntita de su nariz fría en la mejilla ajena olvidándose por completo de que a Lesz aquello podía incomodarle.

¿Aplastarte un órgano? —De momento no supo cómo reaccionar, sin embargo, entre el movimiento del bebé y esa muy sutil caricia de la mano tersa de Nathalie, se sintió seguro... Era extraño pero le agradaba. La observó un momento, quería decirle algo, pero no era bueno con las palabras así que no encontraba cómo explicarse, lo único que se le ocurrió fue acercarse a ella, uniendo sus frentes sin decir nada y al mismo tiempo, expresarle un poco de afecto así, bruto, pero sincero.—

Por su parte estaba dejando de ver sólo oscuridad en Lesz, comenzaba a descubrir nuevos colores y le estaban gustando, más aquellos que demostraba con el bebé. Nathalie negó en respuesta a su pregunta y colocó su mano sobre la ajena, moviendola tan levemente que aquella caricia sería apenas perceptible. — No duele ahora... Hay veces en que sí, depende de si me aplasta algún órgano... Jajaja. —

Para nada, ya lo estoy viendo en los teatros con la cara pintada de mimo. —Siendo honestos a él no le molestaba a qué cosa se dedicara su hijo... A decir verdad, esperaba que tuviera la misma libertad que Nathalie experimentó para ser ella misma.
Pensó tanto en ello que solo reconectó en tierra firme cuando su mano fue testigo del movimiento del bebé. Abrió los ojos como platos y hasta tembló, pero no dio un paso atrás.— ¿No te... No te duele? —Con mucho cuidado, sintiendo que invadía un poco su espacio personal, colocó la otra mano en su vientre y hasta se rió, el bebé se movía y saberlo con vida, seguro y feliz despertó en él algo muy puro que no sabía podía sentir.—

Ah, con una madre como yo, ¿de verdad crees que él será diferente? — Rió entre dientes dejando su copa de leche sobre la mesa y volteó a ver a Lesz con una sonrisa en los labios, que más que mostrar felicidad era... No sabía qué era, pero estaba entendiendo que ni él mismo se entendía con su familia. — Con que nos tenga a ti y a mí del mismo lado, él estara bien. — Tomó la mano ajena quizá sobrepasandose más que nunca pero aquel bebé comenzó a moverse como si la conversación lo provocara. — Siente esto. — Colocó la mano de Lesz sobre su vientre, justo donde se sentía más el movimiento del pequeño.