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Las tabernas sin duda eran el mejor lugar para obtener información, todo lo que de hablaba era en voz baja y a un precio. Se reunían guerreros en busca de miembros para sus cacerías y uno que otro que solamente ansiaba ir y beber hasta quedar inconsciente.
Liviet en su caso fue arrastrada por su compañera quien no paraba de insistir en la necesidad de una cerveza, como si esto fuera algo de vida o muerte. Al entrar el lugar parecía tranquilo, quizás habían llegado demasiado temprano. Liviet se dirigió a una mesa apartada y tomo asiento esperando que su compañera se aventurara por las bebidas
 
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—¿No es como... desleal saquear a tus antiguos compañeros? ¿Qué asegura que no nos saquearás a nosotras en algún punto?— Arqueó ligeramente las cejas, cruzando los brazos, aunque su propuesta no sonaba del todo mal, un poco de magia extra jamás sobraba y él, aunque un mamífero, parecía versado en esas artes que pocos lograban dominar.

Y ambas sabían que necesitaban la alianza, el dinero escaseaba y los trabajos también, no muchos confiaban en dos mujeres solas para hacer su trabajo sucio, por mucho que demostraran que poseían habilidades notables, los hombres que podían pagar el suficiente oro eran unos completos trogloditas.

—Pero, hagamos la prueba, si Liviet está de acuerdo, yo también.— Le hizo una señal a la camarera bonita para que llevara sus bebidas, ella asintió, y momentos después, los tres ya tenían un buen tarro de cerveza en la mesa.
Orgullo mezclado con malicia, se sintió ganador de todos los premios cuando a la híbrida le dieron una reprimenda, sin mencionar del asombro que provocó en ambas; «tutorial» hubiese dicho, pero dejó las bromas solo por unos segundos, pues debió idear un escenario perfecto para adherirse a ellas como garrapata.

—No hace mucho tenía un grupo bien formado —con la tranquilidad del ganador tomó asiento, con la izquierda las invitó a sentarse, ir a buscar las bebidas de ser necesario—, pero me dijeron que me quedara aquí, se meterían en el nido de unas criaturas que se esfuerzan por no cagarse encima.

Ya sentado apoyó su rostro ladeado sobre la palma de su mano, el codo sirvió de soporte para su despreocupada postura. No sonó muy interesado, reflejo del inexistente afecto por esas supuestas personas.

—Si me adoptan podemos ir a saquear el lugar, como gesto de buena fe pueden quedarse con todo lo que vean, ¿no es una buena oferta? —propuso luego de sonreír con cierta malicia.
LivietVorhen · 22-25, F
Retrocedió un paso al ver la exagerada reacción a sus palabras. No era nada más que un fanfarrón o al menos eso pensaba Liviet quien se congeló al instante cuando de un momento a otro la voz de aquel extraño invadió su mente.
Frunció el entrecejo, apretó los labios y levantó sus manos como si se mostrará inofensiva. Sus conocimientos le permitieron suponer que clase de magia era aquella, una poco ortodoxa y poco aceptada en el mundo de los magos y hechiceros.

"Supongo que no aceptarás un no por respuesta." Pero increíblemente mantuvo la calma, no debía permitirle entrar mas allá, su preparación no era tanta pero si lo suficiente para comprender lo que podía suceder.
Miró a Kayley y rodó los ojos cuando le llamo de esa manera, no entendía de dónde lo había sacado pero si lo volvía a decir no dudaría en meterle su arma en la boca y no de una manera divertida como diría Kayley.
Bajó la voz obligada por la dueña de la taberna, hablando antes de respirar profundo. —Ya demostraste tu punto...— Miró a su compañera, más para asegurarse que estuviese bien. —¿Qué opinas, pastelito?— Aún usando ese apelativo ridículo, la expresión consternada no abandonaba su mirada.
Un payaso. Llevó una de sus manos a la cintura y levantó una de sus cejas. Seguramente era nada más que un farsante, pero entonces algo extraño sucedió. Él ya no movía los labios, pero su voz resonaba como un eco, como si estuviese no ahí de pie haciendo el tonto, sino dentro de su cabeza. Jamás había sentido algo así, con ciertamente desconcertada llevó la diestra enguantada a su frente.

—¡Ni siquiera te atrevas, engendro! ¡Y sal de nuestras cabezas!— Alzó la voz, quizás demasiado, pues la mujer de complexión bastante gruesa que atendía el lugar la señaló desde la barra usando un tarro como si fuera un 'arma' amenazante.

—Sin problemas, Kayley, o pagarás todo lo que rompas.— Sonó su ronca voz. La semielfa solo refunfuñó por lo bajo, usualmente con una actitud despreocupada, aparentemente incapaz de tomar cualquier cosa en serio, aquél intruso la había descolocado en verdad, pues no deseaba que alguien viera lo que había en su interior...
[...] notó una resistencia particular en ambas, rasgos hereditarios y preparación, el supuso.

«¡Hola! ¡Sí, soy yo! Me llevó algunos segundos llegar hasta aquí, pero tal vez, si me concentro un poco más podré indagar en lo más profundo de sus pensamientos; no es el gesto más amigable que uno puede tener con sus compañeras, ¿verdad?» Las risas resonaron, aturdidoras en la cabeza de ambas. En el exterior él solo se encogió de hombros, alternando la mirada entre ambas «¿Ya están convencidas? Si no es así, tal vez pueda sacarlas de algún apuro, alguna inquietud... ¿Quién sabe? Soy muy bueno solucionando problemas».
La interrogante de la mestiza sacó la sonrisa más ladina, estuvo más que dispuesto a hacer una pequeña demostración, mas su concentración fue rota por la intervención de Liviet, bastante oportuna para ambas partes.

Recibió las amenazas gustoso, la presión le sirvió como impulsor y así exhibir sus talentos más retorcidos, pero para ello necesitó solo unos segundos de preparación, los decidió comprar haciendo el ridículo— ¡No! ¡Mis Dingui Dongos no! —exagerado su cubrió la entrepierna, incluso rubor hubo en su rostro, como si hubiese sufrido alguna insinuación desubicada; este acto paulatinamente se rompió cuando ya no necesitó de sus labios para hablarle a ambas.

«No es el oro que poseo lo que importa, sino el oro podemos ganar juntos, colaborando pertinentemente» Sí, fingir le sirvió para desatar un aterrador talento, emplear su saber prohibido para penetrar en la mente de ambas, al menos lo suficiente para hablarles directamente, hacer algo más implicó más preparación, pues [..
LivietVorhen · 22-25, F
Afiló la mirada y señaló a su entrepierna, no era la mejor a la hora de tratar con la gente, era demasiado directa y las bromas no se le daban, contrario a la insolente personalidad de Kay.
LivietVorhen · 22-25, F
El movimiento tan repentino de ese extraño provocó que la joven maga moviera su mano dispuesta a apuntar su mosquete hacia el. Sus palabras tan extrañas hicieron que soltará su arma y ladeara ligeramente su cabeza con confusión. —Un sabio…— la verdad es que no le compraba ese título.
Se acercó con cautela, apoyó su mano sobre el hombro de Kayley, estaban bien, ese extraño no pensaba atacar, al menos no en ese momento.

— Sokiag…— repitió su nombre como si buscará en sus recuerdos si ese nombre habría resonado entre sus lecturas, entre las menciones de su familia o viajeros a los que había conocido en su camino, pero nada así que aún debía guardar sus sospechas. — Por tus palabras he de suponer que buscas algo, si pones el oro sobre la mesa te escucharemos. — Señaló el morral de cuero. — O si me mirabas de esa manera con otras intenciones mi compañera estaría muy feliz de clavarte una flecha. —[ ...
Dio un pequeño paso hacia atrás, a la defensiva, y aunque era más bajita que ella y podía parecer extraño, quiso proteger a Liviet, aunque él no actuó con violencia, más bien, fue una abrumadora amabilidad e interés lo que sus palabras y acciones reflejaron.

—Tienes cara de todo, menos de sabio.— Observó con imprudencia, mientras le dedicaba una rápida mirada a la Princesa, alzando los hombros ligeramente, luego, sus pupilas marrón se fijaron de nueva cuenta en aquél desconocido. —¿Y... eso nos debería importar por que...?— No comprendía cuál era su punto, o por qué había cambiado tan abruptamente su actitud. Quizás no era más que un estafador que quería robarles su dinero.

Que suerte que no llevaban ni una pieza de oro encima. Pero eso él no lo sabía.

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