Su mirada quizá fue más contundente, ¿cómo osaba esa humana siquiera pensar tal cosa? Él que veló y salvo de la muerte en dos oportunidades a la infante Rin. Si las miradas hablaran seguramente la del daiyokai hubiese sido intolerante y retadora en cada expresión con la humana; pero el destino los había vuelto aliado y sería un desperdicio de tiempo responder a su "amenaza". Aquel de platinos cabellos solo la miró sobre su hombro y respondió, dueño de una déspota conducta aún más marcada: — ¿Acaso crees que soy como mi estúpido medio hermano? Nos veremos ese día, Kagome. —
Sin vacilar se giraría nuevamente mirando a la profundidad del bosque, donde empezaba a destinar su paso a paso, dejando que las sombras oculten su cuerpo. Mirando a ambas direcciones, a la humana y al demonio, estaba Jacken, boquiabierto y sin saber qué hacer, solo reverenció como despedida a la mujer mientras se giraba y marchaba corriendo con el dragón de dos cabezas siguiéndolo y ese lloriqueo ansioso: — ¡Amo Sesshomaru, no me deje atrás! —