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JB1535635 · F
Jenna dejó que una sonrisa se abriera paso en su rostro. De esas que afloraban cuando relacionaban su presencia al peligro, lo incorregible e impredecible. Como si esa reputación la hiciera dar saltitos de felicidad. Lo cual no se alejaba mucho de la realidad. Dejó que la figura del guardián la cubriera, en esa confianza desmedida que le tenía y que se había cultivado desde el instante que la había liberado de ese psiquiátrico y de esas paredes heladas. Dejó que acunara su rostro entre sus manos con la inocencia de alguien que no estaba preparada para descubrir lo que gestos como aquellos podían guardar. Dejó toda su seguridad en sus manos para que Linden la llevara con él a un lugar que no había visto antes. Sintió sus dedos sumergirse en agua. Su cuerpo actuó por instinto cuando brazos y piernas se movieron para mantenerla a flote y cuando abrió los ojos, lista para no dejar escapar todo el aire que todavía quedaba en sus pulmones, comprobó una vez más que al lado del guardián de portales no tenía que temer. Después de todo, él había encontrado la manera para que respirara.
Debajo del agua.
Excelente servicio.
Jenna recopiló los movimientos del muchacho. Interpretó los gestos. Incluyendo aquellos que le decían que no fuera una perezosa del demonio y no nadara en dirección a las escaleras que, por razones desconocidas, al parecer no eran la opción más viable. Sus brazos al inicio se movieron con pesadez; sin embargo, con cada nueva brazada acostumbró a sus músculos los cuales cooperaron volviéndola más fluida hasta que el resplandor del exterior se abrió paso para ellos cuando emergieron del agua. Jenna dio una bocanada de aire, aliviada y asimilando lo que acababa de pasar. O tratando de, porque lo siguiente que observó la golpeó de la sorpresa, dejándola en puntitos suspensivos y labios ligeramente entreabiertos. Sus pies continuaban moviéndose en el agua y ella daba vueltas en su eje, tratando de registrar cuanto pudiera de ese lugar antes de que Emilia entrara a su cuarto y la despertara de ese bonito sueño. No podían culparla por pensar que eso se trataba de un sueño. Tenía toda la pinta de ser uno. Así que hasta que encontrara un estímulo lo suficientemente fuerte como para convencerla de lo contrario, Jenna creería eso.
Que todo eso era una muy elevada creación de su subconsciente.
Volteó en dirección a Linden y asintió con la cabeza, casi en modo automático, para subirse sobre uno de esos montoncitos de tierra que funcionaban como pequeñas islas flotantes. Cuando se acomodó, soltó una exhalación que pronto terminó combinándose con una carcajada de incredulidad. Jenna, la aficcionada a nuevas aventuras acababa de conseguir una y no encontraba las palabras correctas para expresarse. Seguro que la mueca en su rostro era todo un cuadro digno de admirar. Finalmente, inspiró con fuerza y cuando devolvió su atención al guardián de portales tenía una sonrisa pintada hasta en los ojos—. Me parece que me voy a quedar acá hasta que Zhar descubra la manera de alcanzarme —admitió la rulosa conforme se balanceaba en su islita y esta la mecía de una manera suave y juguetona.
Extendió una mano hacia los resplandores plateados, maravillándose por la manera en cómo bañaban su piel otorgándole un aspecto, entre todo el desastre que ella era por naturaleza, etéreo. Sin embargo, cuando regresó su vista al guardián de portales también reparó en algo que le resultaba nuevo: el esfuerzo. Se notaba en su respiración irregular, en la expectativa suspendida en su mirada, en todo su mensaje corporal que le indicaba una sola cosa: no era la única que estaba experimentando todo eso por primera vez. Solo ahí se le ocurrió que mientras que él la había llevado a diferentes reuniones en diversos puntos del mapa... jamás lo había hecho a otra dimensión. El recipiente de Samael se llevó las dos manos a la cabeza solo para hundir sus dedos en los rizos húmedos. Sueño o no, aún tenía derecho a sorprenderse y a gritar:— ¡ESTA ES TU PRIMERA VEZ! —nada como estrenar ese lugar con la fuerza de sus pulmones reunidas en esa exclamación de incredulidad y regocijo.
Seguro que había llamado la atención de más de una criatura si es que existían. Seguro que acababa de ganarse un bonito golpe en la cabeza por no saber cómo cerrar propiamente el pico.
Debajo del agua.
Excelente servicio.
Jenna recopiló los movimientos del muchacho. Interpretó los gestos. Incluyendo aquellos que le decían que no fuera una perezosa del demonio y no nadara en dirección a las escaleras que, por razones desconocidas, al parecer no eran la opción más viable. Sus brazos al inicio se movieron con pesadez; sin embargo, con cada nueva brazada acostumbró a sus músculos los cuales cooperaron volviéndola más fluida hasta que el resplandor del exterior se abrió paso para ellos cuando emergieron del agua. Jenna dio una bocanada de aire, aliviada y asimilando lo que acababa de pasar. O tratando de, porque lo siguiente que observó la golpeó de la sorpresa, dejándola en puntitos suspensivos y labios ligeramente entreabiertos. Sus pies continuaban moviéndose en el agua y ella daba vueltas en su eje, tratando de registrar cuanto pudiera de ese lugar antes de que Emilia entrara a su cuarto y la despertara de ese bonito sueño. No podían culparla por pensar que eso se trataba de un sueño. Tenía toda la pinta de ser uno. Así que hasta que encontrara un estímulo lo suficientemente fuerte como para convencerla de lo contrario, Jenna creería eso.
Que todo eso era una muy elevada creación de su subconsciente.
Volteó en dirección a Linden y asintió con la cabeza, casi en modo automático, para subirse sobre uno de esos montoncitos de tierra que funcionaban como pequeñas islas flotantes. Cuando se acomodó, soltó una exhalación que pronto terminó combinándose con una carcajada de incredulidad. Jenna, la aficcionada a nuevas aventuras acababa de conseguir una y no encontraba las palabras correctas para expresarse. Seguro que la mueca en su rostro era todo un cuadro digno de admirar. Finalmente, inspiró con fuerza y cuando devolvió su atención al guardián de portales tenía una sonrisa pintada hasta en los ojos—. Me parece que me voy a quedar acá hasta que Zhar descubra la manera de alcanzarme —admitió la rulosa conforme se balanceaba en su islita y esta la mecía de una manera suave y juguetona.
Extendió una mano hacia los resplandores plateados, maravillándose por la manera en cómo bañaban su piel otorgándole un aspecto, entre todo el desastre que ella era por naturaleza, etéreo. Sin embargo, cuando regresó su vista al guardián de portales también reparó en algo que le resultaba nuevo: el esfuerzo. Se notaba en su respiración irregular, en la expectativa suspendida en su mirada, en todo su mensaje corporal que le indicaba una sola cosa: no era la única que estaba experimentando todo eso por primera vez. Solo ahí se le ocurrió que mientras que él la había llevado a diferentes reuniones en diversos puntos del mapa... jamás lo había hecho a otra dimensión. El recipiente de Samael se llevó las dos manos a la cabeza solo para hundir sus dedos en los rizos húmedos. Sueño o no, aún tenía derecho a sorprenderse y a gritar:— ¡ESTA ES TU PRIMERA VEZ! —nada como estrenar ese lugar con la fuerza de sus pulmones reunidas en esa exclamación de incredulidad y regocijo.
Seguro que había llamado la atención de más de una criatura si es que existían. Seguro que acababa de ganarse un bonito golpe en la cabeza por no saber cómo cerrar propiamente el pico.