Sally entra en un vórtice vicioso de cavilaciones y Linden no la detiene. Todo es un análisis. — Dos pasos más y botarás uno de esos estantes. — Deja a la trotamundos con sus expresiones de recelo y confusión para pagar por el calibrador con unas extrañas monedas traslúcidas. Cuando se acerca hacia la salida, voltea. — Sé que tienes dudas, pero si te mantienes quieta, van a sospechar que no eres de acá.

Linden se camufla bien, se mantiene en movimiento, no pregunta demasiado, no hace perder el tiempo que, curiosamente, es un delito. — Tú viniste hasta acá, ¿te has puesto a considerar esa posibilidad de que esperas sacar algo de esto? — El guardián observa una vez más la botella, después a la muchacha y no tarda en salir del lugar.

había entrado en el sueño de otra persona. Lo que significaba que él tenía el control; si ella deseaba salir tendría que seguir sus reglas del juego. Retrocedió un par más de pasos, llevando su mano a la parte trasera de su cuerpo. No tenía nada ahí, ni un arma improvisada, pero pensó que podría engañarlo con un ataque sorpresa y salir corriendo. Tenía mucha imaginación. —¿Quién eres tú? —murmuró, indecisa. Por un momento tuvo la sensación de que podría predecir lo que sucedería: "Demasiadas preguntas. Preguntas equivocadas. Mucho por aprender debes tú. Sígueme, padawan".

Pero vamos, esto no era una historia cualquiera de ciencia ficción.

—No sería la primera vez que muriera tampoco. — Comentó al aire, dándose un giro rápido cuando encontró al dueño de la voz. Su mirada y la sensación de sabiduría que destilaba incluso a metros de distancia le hicieron entender varias cosas. La primera, que sabía quién era ella (o lo intuía). La segunda, que él también saltaba entre sueños. Y, la tercera, la había encontrado; por ende, la había llamado. Si era una trampa o no dependería de lo que sucediera a continuación, pero Sally ya estaba lo suficientemente asustada como para no desear acercarse más de la cuenta.

—¿Quiénes son ellos? —murmuró, escondiendo la extroversión que manifestaba con todo el mundo. Por alguna extraña razón él la intimidaba en un sentido negativo. —Es la primera vez que no prestan atención, parecen robot-... —se detuvo en seco. ¿Y si él era el dueño de aquél sueño? Sally no había llegado a una historia cualquiera y se había topado con alguien que parecía tener la misma habilidad. No. Sally había [...]

Nadie responde. Los saludos son triviales, son una pérdida de tiempo. A nadie le interesa responder. Las personas están interesadas hacia dónde te diriges, cómo vas a llegar, qué harás para ahorrar tiempo. En una dimensión donde el tiempo y dirección lo son todo, los saludos se confunden con ruido de fondo.

Incluso para Linden que parece estar más interesado en una herramienta de calibración. Tiene el artefacto en manos cuando se acerca. — Si vas a ser una trotamundos, tienes que observar donde aterrizas. — No destila malicia. — No serías la primera en morir lejos de donde provengas por tu ignorancia.

Linden la observa y después observa la botella. Ese gesto debería ser suficiente.

Todavía tenía la botella en la mano cuando sus cabellos se agitaron en la dimensión equivocada. Por alguna extraña dimensión parecía ser el mundo correcto, sólo que era uno desconocido. Había carruajes circulando por calles de terraza, pero también los edificios parecían recientes y había entradas con llaves electrónicas. Frunció el ceño, sin entender qué sucedía. Antes de tocar la botella la pelirroja estaba viviendo la mejor experiencia pirata y un segundo después parecía vivir en una película Spaghetti Western con ficción del mundo moderno.

—Eh… ¿hola? —probó hablar al aire. Se sentía como un videojuego con un espectador omnipresente controlando la trama. Las personas a su alrededor parecían completamente ajenas a ella, como si fuese un fantasma. Sally resaltaba. No sólo por su cabello, también por el atuendo caribeño y el parche en el ojo.