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AryaBianco · F
El enfado reprimido de Leah no pasó desapercibido. Antes, Arya se hubiera emocionado como cachorra por presenciar algo así, más no fue el caso esta vez. La furia de Leah era también suya para cargar. —Me gustaría salir de una buena vez a regresarles el favor, pero supongo que tu estrategia es necesaria para sacarlas por completo del territorio—

Se puso de pie, misma vez que sonreía ampliamente. —Tienen que. El líder anterior cayó por ser tan cerrado en aceptar sangre nueva— dijo con tono apagado, triste. Eso sucede siempre que piensa en Lillia. —Necesito que nos hagas un favor— caminó hacia Leah, procurando no invadir su espacio personal. —Tengo que presentarte a los consejeros del clan. Ya no podemos usar más palomas mensajeras, o como sea que se llamen tus hombres.
LeahFirenze · 31-35, F
—Por lo demás, tenemos que formalizar la unión de los clanes. He escuchado que el tuyo es algo... complicado.— Por no decir desorganizado. —¿Crees que te seguirán cuando les digas que has hecho una alianza con nosotros?
LeahFirenze · 31-35, F
—Te enseñaré algún día.— Cerró el estuche del cello con movimientos lentos y cuidadosos, no era difícil adivinar que para Leah se trataba de algo preciado. Se acercó a la albina y tomó la blusa para acomodarla de nueva cuenta, debía aceptar se veía aún más atractiva usando ropa tan elegante.

—Hay cosas que hacer antes de ir tras las leonas, además, será mucho más beneficioso para nosotros si peleamos en nuestro territorio. Hay que atraerlas, y para eso primero tenemos que dejar a esas bestias sin nada. Cuando las presas en sus dominios comiencen a aparecer muertas y contaminadas, seremos su primer blanco. Creen que somos débiles.— Frunció el ceño, sus labios se apretaron ligeramente, formando una línea recta. No le agradaba mostrar sus emociones de esa forma, así que se giró para que Arya no mirara su rostro.
AryaBianco · F
Adentrándose a la habitación, se dirigió directamente a un pequeño sofá para sentarse. Subió una pierna encima del muslo de la otra, reposando el mentón en su mano. Había visto al padre de Leah sentarse de esa manera, y asumió que las personas con poder debían comportarse así dentro de este clan.

—Me cansé de leer los libros que me entregaste— tan pronto las vibraciones provocadas por los hilos cesaron, las orejas de Arya se tensaron de nueva cuenta. —No sé, te miras rara cuando haces esas cosas tan humanas— en realidad no sabe expresar que le cautiva verla tan concentrada haciendo cosas tan ajenas a lo que un simple lupo conoce.

—Pero ya que lo preguntas, sí necesito algo— se levanta la elegante blusa que Leah le prestó, mostrando una gran cicatriz cerca del abdomen.

—He sanado. ¿Cuándo iremos tras las leonas?
LeahFirenze · 31-35, F
—Y tú casi pareces civilizada. Gracias por no irrumpir como una demente.— Cerró los ojos, sus manos se movían en el instrumento para crear esa música que embriagaba los sentidos. Deleitó a la loba albina unos momentos más, a fin de cuentas la música calma a las bestias.

El sonido al fin se detuvo, y en silencio, Leah se levantó para dejar el instrumento en su lugar.

—¿Necesitas algo? ¿No estás cómoda?
AryaBianco · F
A través de la puerta a medio cerrar, Arya observa la forma en que Leah produce esos complejos sonidos. Sin estar segura de si le agrada o no la sensación de calma que le produce ese instrumento, decide abrir la puerta y cruzar el umbral.

—Linda máscara, jeh. Casi ni pareces un lobo.

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