LaylaDuchannes

Una carcajada rasposa fue seguida del chasquido de la cerilla cuando la llama nació, prendiendo con cierta dificultad el hábano. La brisa arrastraba consigo efímeros vestigios de la llama con forma de diminutas chispas. De un movimiento de muñeca, el fuego murió y la cerilla acabaría bajo el tacón de su bota.

—Deja de disculparte, te preocupas demasiado.

Entre que aspiraba el humo que pronto inundaría sus ya negruzcos pulmones, el vaquero compartió otro puro con la chiquilla. Si se ceñía a la moralidad, no era lo más correcto. Pero habiéndola examinado lo suficiente, determinó que ella tendría edad suficiente para poder tomar sus propias decisiones, a lo que la consideraba como una joven adulta.

—Nada, nada, no es nada. Mira.

Le tomaría de una mano, con la que le colocaría el tabaco sobre la palma.

—No te cortes. Prueba.

—No me termino de acostumbrar a ese nombre.

En parte, nunca había sido llamado de tal forma a modo afectuoso o para reírse de él. Dejó pasar el detalle, restándole importancia y observando por encima de la cabeza de Layla, en búsqueda de algo en particular. Aunque parecía no encontrarlo, siendo que a los pocos instantes se rendiría, resbalando su atención hacia la chica. Ni se había dado cuenta de que ésta volvía a alimentar aquella manía de denominarle "señor". Si bien se acercaba a la cuarentena y tampoco era una edad exageradamente envejecida, Darius poseía ciertos rasgos que lo envejecían unos años más, producidos por el cansancio y la apagada vida que proyectaba.

—¿Y qué me dices de un purito? Por una vez en la vida no te va a causar daño, ¿no?— Agregó la misma filosofía al puro, el cual le enseñó asomado en la pequeña riñonera de cuero anudada a su cadera

—Como comprenderás no como mucho verde, por lo general.

No, era casi un noventa por ciento carnívoro y difícilmente se le podría cambiar semejante dieta. Su corazón podría estar preparado para dentro de unos años, si es que continuaba así. Nunca había tenido problemas, aún así, y no sería hasta que tuviese algún susto que entonces sabría lo que serían unas cuantas piezas de fruta al día y platos con más verde en su contenido.

—Sí, la prefiero. Más que la Coca-Cola, y eso que es BASTANTE habitual en donde vivo.— Todo el mundo bebía aquella bebida, que bien estaba, pero a sabiendas de que aquello podía ser usado para limpiar un baño, el vaquero no lo aprobaba.

¿Uh?...No me gustan los favores cuando sé que estos suelen ser pronto cobrados y muy caros. Pero haces bien en subyugarte...de igual forma no tendrías escapatoria.

¿El viento...? ¡Ja! Creo que tendré que ir entonces a decapitar al viejo bribón por estar mentándome sin mi permiso. (?)