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Langzi · 26-30, M
–En ese caso, vamos.
Respondió para ir junto a ella. Las montañas rusas, según él sabía eran conocidas por sus raudos movimientos y la adrenalina que se suponía dar entre las vueltas. Había gente ya montada y los gritos de estos hacían que tuviera cierta curiosidad. ‘’¿De verdad da miedo?’’ pensó al ver bajar a unos chicos los cuales iban mareados, pálidos y otro al borde del vómito.
Cuando se les mencionó a ambos que debían subir, Yan empujó suavemente a la pelirroja, llevándola consigo. Él por su parte se sentó y colocó la medida de seguridad.
–No creo que esto sea la gran cosa –comentó mirando a Yokko–, aunque a lo mejor a ti si te de miedo.
Respondió para ir junto a ella. Las montañas rusas, según él sabía eran conocidas por sus raudos movimientos y la adrenalina que se suponía dar entre las vueltas. Había gente ya montada y los gritos de estos hacían que tuviera cierta curiosidad. ‘’¿De verdad da miedo?’’ pensó al ver bajar a unos chicos los cuales iban mareados, pálidos y otro al borde del vómito.
Cuando se les mencionó a ambos que debían subir, Yan empujó suavemente a la pelirroja, llevándola consigo. Él por su parte se sentó y colocó la medida de seguridad.
–No creo que esto sea la gran cosa –comentó mirando a Yokko–, aunque a lo mejor a ti si te de miedo.
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