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Langzi · 26-30, M
Una vez ella salió este cerró la puerta y se acercó para continuar hacia su destino. Estaba a un lado de la mujer y no pudo ignorar la mirada de tipos envidiosos que no podían ver la figura de la pelirroja junto al azabache juntos porque ya estaban haciendo muecas.
—Llamas bastante la atención.
Le dijo en voz baja y después soltó un suspiro. No era lo suyo ser el centro de atención, ni tan siquiera en un ángulo negativo. Prefería en cierta medida el anonimato.
Pero no podía hacer mucho si habían hombres deseando a la mujer.
—Pero por suerte ya casi llegamos —señaló una gran montaña rusa que se asomaba a un par de cuadras—. Eso es del parque.
—Llamas bastante la atención.
Le dijo en voz baja y después soltó un suspiro. No era lo suyo ser el centro de atención, ni tan siquiera en un ángulo negativo. Prefería en cierta medida el anonimato.
Pero no podía hacer mucho si habían hombres deseando a la mujer.
—Pero por suerte ya casi llegamos —señaló una gran montaña rusa que se asomaba a un par de cuadras—. Eso es del parque.
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