No tenía opción. Quería que fuese perfecto, así que fue necesario invitar a todas las personas que Jonathan apreciara... Así fuese Erina. Y aunque ambas trabajaron en un tenso silencio para preparar la pequeña fiesta sorpresa, las dos formaron una enorme sonrisa cuando todo estuvo listo y esperaron pacientes a que llegara el cumpleañero.
Fueron unos momentos en los que su corazón palpito con fuerza, su mirada por poco casi no se despega de la ajena pero se separó para hacer de la tradición una realidad; cortar el pastel de cumpleaños, repartir los trozos y compartir un valioso momento con sus queridos amigos.
Todo el rostro se le puso rojo, en frente de tantas personas. La ruda chica que tanto les había costado aceptar en ese círculo ahora titubeaba frente a ellos. — S-Si ... Es una tradición. — Colocó el objeto en su mano, que no pudo evitar tocar con suavidad. Esa pausa y ese silencio tan íntimo puso a más de uno a pensar.
— ¿Cortar? ... Yo— Silencio y en medio de un titubeo tomó la pala,no midió la distancia y por ello acaricio los dedos de Rose en esa acción. Su rostro se ruborizó y con una risa infantil le dedicó una mirada con el mismo aspecto.
No sólo estaban las chicas, también había algunos amigos de Jonathan allí. Después de la sorpresa ella alargó una pequeña pala al festejado. — El cumpleañero debe partir la primera rebanada. —
Realmente fue sorprendido por ambas chicas, no supo identificar sus sentimientos en ese instante por las dos pero decidió concentrarse en la sorpresa de su cumpleaños — ¡Gracias!— No lo evitó,fue mucha la emoción,tanto que se le escaparon algunas lágrimas.
