Cuando él tomó sus manos y mencionó esas palabras sintió el alivio retirarle un peso de encima de los hombros. Entreenlazó sus dedos con los ajenos y le dedicó una sonrisa.
— De eso puedes estar seguro. No puedo esperar... Deberíamos iniciar de inmediato.—
Ella cruzó las piernas por debajo de la mesa y meció su pie nerviosa. Una familia era algo que no podía comprar, tampoco quién la entregara. Desde que tenía memoria era huérfana, no había recuerdo alguno de sus padres. Iba a deshonrar a la familia Joestar. Se llevó las manos al rostro para cubrirlo y suspiró, estaba acorralada. — No tengo invitados.
— ¿Un problema? ¿Cuál?— Por un momento a él se le vió pálido y pensó en lo peor: en DIO BRANDO, bueno es que ese sujeto siempre sería lo peor para él por más que eso le doliera y.... Erina. No supo porque ella vino a su mente y eso le hizo tragar saliva forzosamente.
Sonrió, luego en su mente comenzó a imaginar cómo sería. Su vestido, la iglesia,los invi-... Palideció. No tenía invitados. Su familia eran un puñado de matones, ¿Quién la entregaría? — ... Creo que tenemos un problema. —
Se sonrojó ligeramente y una sonrisa casi infantil se dibujo en su rostro, esas tiernas palabras de la rubia le hicieron sentirse muy bien. — ¡Debemos apresurar la boda! ¿No te parece?—
— ¿Por qué no? — Llevó una mano a su mejilla y la acunó contra su palma, luego usó el pulgar para frotar su pómulo. — Es un fastidio despertar y que no estés a mi lado. Quiero que al abrir los ojos lo primero que vea seas tú. Por supuesto que eso requerirá conseguir una cama más grande... Y más resistente. —
Le fascinaba la iniciativa de ella para traer comida, no podía controlarlo, en la hora de alimentarse era solo un chico que comía y ya, no podía mantener su sello de caballero porque incluso hacía un poco de desastre, que bien podía limpiarse con una servilleta pero siempre fue regañado por su padre por eso. — ¿Vivir?.... ¿Juntos?... ¿Cómo esposos?—
Ella sonrió. Era demasiada la energía del Joestar, por ende su alimentación iba de la mano. Recordó que había un poco de pan por allí, así que fue a tostar cuatro rebanadas para regresar y colocar mantequilla y mermelada sobre la mesa. — Claro. Mi sueño es que un día vivamos juntos... Así podre verte siempre. —
— ¿Enserio?— Lejos de los pensamientos que tenía Rose, Jonathan solo pensaba en comer tanto hasta sentirse saciado pero no solo él sí no su compañera, no podía llamarse caballero sí no antepusiera las necesidades de su novia sobre las de él.
