Le siguió con la mirada, varias fibras movió en él esa sonrisa y se sintió poco más que feliz pues ella fue receptiva completamente a sus sentimientos de preocupación, sí pudiera la protegería con su vida.— Jamás colocaría sobre tela de juicio tus intenciones, en mi no cabe la menor idea de que seas una persona mala, realmente no puedo verte así y por ello así me sienta un poco melancólico por tu partida te apoyo con todo mi ser— Ahora su gesto cambio un poco al escuchar la narración que le decía —¿Leyendas? ¿Sobre qué?—

Su reacción fue una sonrisa radiante, tan amplia que parecía podría desbordarse en una risa. Su preocupación la hacía feliz, y ahora que tocaban el tema bien podría mostrarle algo de lo que tenía en mente.
Caminó a un escritorio y de ahí tomó un libro previamente abierto. Retrocedió algunas páginas y le mostró un mapa.
Detuvo el índice sobre América.
— Mi querido amigo, no pienses que busco riqueza por avaricia. Lo que busco es comprar el poder suficiente para hacer diferencias. La minería es un negocio muy productivo, casi seguro. Ya perdí muchos años divagando en lo que podría ser... Lo apostaré todo. — Y el dedo bajó a México, donde dejó un par de golpecitos.
— También tengo mucha curiosidad por algunas leyendas que suceden aquí.

Por unos instantes Jonathan guardo silencio, a sus oídos cada palabra llegó y su oído lo proceso pero a su corazón un incómodo sentimiento se entrono: ¿Sería tristeza o preocupación? ¿Alegría? ¿Esperanza?—¿Minería? No es lugar para una doncella—Aun le sujetaba las manos entre las propias y sus ojos brillaron en un claro recelo, era obvio; le preocupaba su amiga y aún bajo las condiciones de su origen y la eventualidad que hizo que se conocieran, Jonathan la veía como una doncella fuerte que fué formada para sobrevivir en un ambiente hostil.

Sintió la respiración pesada, una reacción que conocía bien. Le sucedía siempre que intentaba enfrentar su mirar por mucho tiempo, ese noble y entusiasmado par de ojos que admiraba con tanta frecuencia.
Y estaban fijos en ella, su atención sólo en su ser. ¿Qué dama no querría siempre ser el objetivo de su mirada, si con ella podía hacer sentir tanto? Un día no se contendría y olvidaría los modales, la distancia y el respeto. Le llevaría escaleras arriba a su habitación, dejando un rastro de ropa tras ellos.

Pero se arriesgaba a perder su amistad. Después de todo, había escuchado que una delicada joven llamada Erina era cercana a su buen amigo. No había oportunidad para ella.

— Hay un lugar, una mina donde trabaja un viejo amigo mío. Estudian la tierra y sus riquezas.. ¿No te parece fascinante?

— ¿Te irás?— Al sentir las manos sobre sus mejillas elevó las propias para sujetar las adversas; suave, delicado pero sin perder el fulgor en su piel, esa calidez Jōestar. Por un segundo se le vió pensativo,sus ojos azules tan transparentes como su propia alma reflejaron el rostro de la mujer, su amiga...o ¿Quizás la quería de otra forma?—¿América?...—

Escuchó, esbozando una pequeña sonrisa. Su querido Jonathan quería meter las manos al fuego por ella, y era tan bueno que no se percataba de que eso mancharía su reputación como caballero, si se supiera que tenía una amistad como ella. Lo examinó pensativa, su mirada entrecerrándose con una idea de por medio.
Había una forma... Sí, había una forma de coexistir en el mismo entorno sin otros daños. Pero requería sacrificio, una distancia temporal de él que no estaba segura si podía resistir. Imaginárselo dolió, y afligida por ese malestar no pudo evitar caminar hacia él, luego tomarle ambas mejillas y apoderarse de su rostro por unos momentos.
— Mi querido amigo ... No sería una buena amiga si permitiera que mi pasado te dañase de alguna forma. Quiero ser una persona digna de tu aprecio, y es por eso ... Que tal vez sea hora de buscar un nuevo inicio. Buscaré fortuna en América.

Sí ella le miraba los labios él no podía despegar su vista de sus ojos y cabello, le parecía tan agradable, incluso hermosa pero como todo un caballero y por sus características que se acercaba a la timidez, Jonathan no era capaz de decir nada al respecto, quizá se presentaría la oportunidad de halagarla bajo otras circunstancias, no quería hacerla sentir incómoda.
— Podría ... Hallar la forma de limpiar su historial, sé que eres una buena mujer, pudiste dejar que luchará pero los detuviste...¿Porque? Aún no estoy seguro pero eres parte de las personas en las que confío y quiero que tú vida sea diferente— Era muy optimista, bastante pero apostaría incluso su vida por cambiar la ajena.

¿Se daría cuenta él que le miraba los labios cuando hablaba?
Lo hacía bastante seguido, y también le escuchaba con atención, pero tuvo que darse unos segundos para procesar lo dicho. Elevó sus cejas, ¿Estaba escuchando bien? Se llevó una mano por instinto a la cicatriz de su rostro, sonriendo avergonzada.
— A estas alturas, yo ... — Dejó de hablar. Estaba a punto de rechazar la idea, pero ¿Por qué no? Él creía en ella, y ella quería cambiar. Su mirada tomó seriedad y miró hacia sus ojos. — ¿Cómo? —

— He estado pensándolo mucho realmente, debido a tantas cosas que hemos vivido juntos quedé proponerte algo—
Pauso unos segundos antes de seguir — Te has convertido en mi amiga, salvaste mi vida en aquella oportunidad y yo, realmente quisiera que... Dejaras éste lugar para surgir en el mundo de otra forma— Aguardó.

Sabía su postura sobre el tabaco. No había ocasión donde no apagase el cigarrillo cuando se acercara, así que a los pocos segundos el humo se había ido.
Puedes solicitar hasta mi vida entera, pensó.
— ¿Oh? ¿En qué puedo ayudar, mi buen amigo?