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SaintGermain · 31-35, M
Aquel abrazo en torno a la cintura contraria aferrándose un poco más a ella y hundir su rostro en aquel lugar de ensueño. Siguió lamiendo la piel de los pechos, aún podía percibir el sabor del chocolate sobre su piel.

— No más que tu, mi dulce Liannette.


Agregó para alzar su cabeza para alcanzar los labios ajenos y sellar un beso.
— Eres tan dulce, Melde.

Ambas mejillas se tornaron rojizas por las palabras de su amado y carraspeó un poco, por primera vez, alguien la ponía nerviosa de tal manera y con tal confesión.
SaintGermain · 31-35, M
— Me gusta... no lo negaré...

Detuvo sus acciones para responder y alzar la mirada hacia ella.

—... pero más me gusta el sabor y textura en tu piel...
Emitió una suave risilla al momento de sentir la lengua de su amado tocar su piel, sentía algo de cosquillas y nervio al verlo tan atrevido.

— ¿Te gusta el chocolate? Son aperitivos artesanales, hechos por el repostero del pueblo.
SaintGermain · 31-35, M
—Siempre será una delicia.

Comentó para después comenzar a comer de aquel palito entre los pechos, el cual devoró enseguida. Al llegar hasta la carne, éste usó su lengua para acariciar la piel.
— Entonces puedes comer un poco más de ello.

Volvió a poner un palito de galleta y chocolate entre sus pechos.
SaintGermain · 31-35, M
Se detuvo un momento al escuchar respuesta de su amada, así mismo alzó su mirada, pretendía responder mientras su rostro se adornaba con una sutil sonrisa y suave mirada. —Es mucho más dulce y suave cuando proviene de ti... ~
En todo momento le siguió con la mirada, apoyando las manos en el borde de la madera de la cama. Sonrió con malicia y soltó una risilla cuando sintió la lengua de su amado lamer su suave piel.

— Vaya, si que te gustó el chocolate.

Cerró un momento los ojos, liberando un pequeño suspiro.
SaintGermain · 31-35, M
—Bueno, si ese es el caso, entonces... permisooooo ~

Se acercó rodeando la cintura ajena y acercar su rostro hacia aquel palito de chocolate y comenzar a comerlo poco a poco, hasta llegar al limite donde la blanca piel de la emperatriz se encontraba. Siguió hasta que solo pudo usar su lengua sin importar que tuviese que lamer con ello. Aún así aquel le abrazó con fuerza mientras hundía su rostro en los senos de su amada.
— Claro, si no, ¿por qué estaría ahí?

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