— Amor mío... desde ya tienes mis cuidados aunque no sean necesarios...

Susurró en un suave y seductor tono, contenía sus ganas por dejarse llevar y tomarle sin restricción alguna. Así mismo, una fresca brisa escapó de su boca con su aliento, dirigido especialmente al cuello en un pícaro gesto para estremecerla más.

— Claro que podrás... Sobre todo porque hay ocasiones en las que dolerán tanto... Que necesitaré de tus cuidados.

Ante su propia respuesta, no pudo sostenerle la mirada por la pena que sentía, más en sus labios se formó una pícara sonrisa.

Una sutil y pícara sonrisa apareció en su rostro mientras notaba aquella pena en su rostro, ese rubor, el sudor que transpiraba como reacción secundaria y añadía un brillo mucho más atractivo sensual a sus ojos.

— Lo siento... es difícil contenerse. Además de que cuando nuestra descendencia venga a este mundo... no podré acariciarlas mucho.

— N-no dije eso... So-solo que tengas cuidado.

Desvió la mirada, un tanto apenada por tal situación tan íntima con su pareja. Sus mejillas estaban enrojecidas y tragaba saliva para contener el placer que estaba sintiendo por tan provocativos toqueteos a sus senos.

—Entonces... ¿Me detengo? ¿Eso quieres?

Cuestionó reduciendo el movimiento de sus manos al frotar y estimular. Incluso el agarre sobre sus senos se había tornado más sutil y delicado, amenazando con soltarle.

— M-Melde... Están un poco sensibles por... Ya tu sabes.

Liberó un ligero suspiro a medida que su amado le fue masajeando ambos pechos, se sentía tan bien, pero el calor aumentaba en su cuerpo a medida que se adentraba a esos masajes.

— ¿Ooh? ¿Entonces, no puedo hacer esto? ¿Corazón? Siguió hundiendo sus dedos en las suavidad del busto femenino, apretando y masajeando.