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Cesar lloró por la muerte de quien fue yerno, amigo y rival.

La cabeza de Pompeyo fue enterrada en el Nemeseión, un templo dedicado a Némesis y construido por Julio César para honrar a Pompeyo.
Su cuerpo fue rescatado e incinerado. Las cenizas de Pompeyo con el tiempo fueron devueltas a Cornelia, quien las llevó consigo a su casa de campo cerca de Alba Longa.
 
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LV1552459 · 31-35, M
❝ Me avergüenzo de la casa de los Ptolomeos por tal barbaridad, que vergüenza.

¡Era un Cónsul de Roma!

Un Cónsul de Roma... Morir de este modo sórdido, descuartizado como un pillo.

Que vergüenza.

Regresaré mañana, y en ese momento me entregarán al hombre que le quitó la vida a Pompeyo


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