26-30, M
Gʜᴏsᴛ Wʜɪsᴘᴇʀᴇʀ - Mᴇʟɪɴᴅᴀ Gᴏʀᴅᴏɴ’s ɢʀᴀɴᴅsᴏɴ - Gʜᴏsᴛ’s ʜᴇʟᴘᴇʀ sɪɴᴄᴇ 1998
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Iceln · F
La fémina pensó que pudo habérselas apañado pero, ¿a quién engañaba? Su refrigerador únicamente tenía cervezas, bebidas energizantes y tal vez un poco de ensalada a medio comer; fue una suerte que Leonard quisiera volver a probar aquellas sopas ya que ella -quien antes despreciaba la sola idea de comerlas- sintió su estómago revolverse por todos los periodos de hambre acumulados que había pasado hasta ese día. Un suspiro fue lo único que salió de su boca como respuesta y tuvo que aferrarse a la silla donde estaba sentada para no levantarse y tomar ella la batuta de la cocina; en las revistas de psicología que leía de vez en vez decía que las personas que pasan por dificultades mayores generalmente entran en un periodo de negación. ¿Sería ese el periodo que estaría impulsando a Leonard a tratar de no estar tan cerca de ella? Tal vez su problema inicial tenía que ver con Icelyn y por eso había huido... La nipona se mesó los cabellos y negó con la cabeza al escucharlo. No necesitaba una manta, necesitaba respuestas que no se atrevía a preguntar.
—Leo —musitó, armándose después de valor y levantando su figura del mueble—. Si quieres puedes ir a tomar un baño caliente, yo terminaré con las sopas. Te avisaré cuando estén hechas para que bajes.
La diestra de Icelyn se posó en el hombro derecho del chico que permanecía de rodillas y, con sumo cuidado, acarició la zona con sus dedos. Icelyn era mala para reconfortar a la gente, si alguien lo hubiera lastimado ella se habría vengado de ese alguien; si estuviera triste le habría comprado algo; si estuviera enfadado lo habría dejado para que se calmase, pero ahora estaba en blanco porque dar cariño le era difícil y sentía que él lo necesitaba, además de ella querer dárselo. Maldijo en su interior a sus progenitores y a la falta de amor que le enseñaron a dar.
—Leo —musitó, armándose después de valor y levantando su figura del mueble—. Si quieres puedes ir a tomar un baño caliente, yo terminaré con las sopas. Te avisaré cuando estén hechas para que bajes.
La diestra de Icelyn se posó en el hombro derecho del chico que permanecía de rodillas y, con sumo cuidado, acarició la zona con sus dedos. Icelyn era mala para reconfortar a la gente, si alguien lo hubiera lastimado ella se habría vengado de ese alguien; si estuviera triste le habría comprado algo; si estuviera enfadado lo habría dejado para que se calmase, pero ahora estaba en blanco porque dar cariño le era difícil y sentía que él lo necesitaba, además de ella querer dárselo. Maldijo en su interior a sus progenitores y a la falta de amor que le enseñaron a dar.