La expresión de la mayor lo dijo todo, la pelirroja llevó ambas manos a su boca conteniendo su sorpresa y enseguida se puso de pie para recargarse en la pared, sentía sus piernas temblar. —Estuvieron aquí... — sus labios temblaron ligeramente, resultaría fácil matarla si estaba sola, las estaban espiando, sabían bien sus movimientos. —Malditos enfermos... — miró a Alana buscando respuestas, se abrazó a su misma y respiro profundamente tratando de mantener la calma, le habían vencido un poco los nervios.
Miró el sitio que Lynn señalaba, y sin decir nada arrastró hasta ahí una de las sillas de la mesita. Luego de subirse quitó la rejilla y la arrojó al suelo, palpando el interior con su mano. Parecía estar limpio, hasta que en la parte superior encontró un aparato pequeñísimo, apenas notable su presencia incluso en un lugar expuesto, que perfectamente podría captar imágenes y sonidos a través de las rejillas del ducto.
Lo tiró al suelo y lo pisó un par de veces, hasta que logró destrozarlo. —Tienes razón. Debemos irnos de aquí.
En eso tenía razón, no había nada que pudieran hacer mas que defenderse. Lynn lucia cansada, sus ojos pesaban y escocian pero la simple adrenalina de un mal presentimiento la mantenía despierta. Miró detenidamente uno de las rejillas de los ductos de ventilación y arqueo unas cena. —Ahí arriba... — señaló. —¿Ya revisaste ahí?
—Mudarnos no solucionará nada. Si quieren encontrarnos, nos encontrarán aunque nos escondamos en el fin de la tierra. Lo que necesitamos es defendernos.— No había encontrado nada, o al menos no a simple vista aunque tenía un presentimiento extraño. Sacó su teléfono y comenzó a enviar un mensaje.
Resoplo desde su lugar, cerró sus ojos y apoyo ambos brazos sobre el respaldo de la silla mientras escuchaba el movimiento en el balcón. —Entonces deberíamos mudarnos. — Añadió a secas, esperando a que Alana terminará, al verla suspiró e hizo una mueca, entendía lo responsable que se sentía por lo que habas sucedido hace un par de meses.
—Las personas que te atacaron hace meses son inteligentes, un perro no va a detenerlos, por más bravo que sea.— Arrojó su chamarra y su mochila al suelo y se dirigió al balcón en donde pasó algunos minutos, y después se dirigió a la casa, puntos estratégicos en donde hubiesen podido ubicar una cámara o un micrófono. Se veía nerviosa.
Un suspiro escapó de sus labios antes de ver a la silla. —Adelante, seguro fue algún gato o algo. Lancelot no ladro... — el canino ante cualquier amenaza ladraba, por eso mismo descartaba la posibilidad de estar siendo vigilada.
Bajó de la silla para ir hasta ella, era evidente que no había dormido. —Escuché ruidos, no pude volver a dormir, cuando caí en cuenta estaba amaneciendo.
