Me interesa tu oferta. Que sea un cita y una visita para ver cómo te quedan esos vestidos. —Exhaló largo y pesado. La sensación que tenía con esa cercanía, verla tan deslumbrante y alegre, lo hacía sentirse extrañamente cómodo. Estaba tentado a volver a besarle pero esta vez no sería en la frente, finalmente se separó lentamente de ella, casi como si no quisiera hacerlo; el beso sería parte de la cita que tenían planeada.— ¡Te veo más tarde entonces! Ponte algo bonito, lo que llevas es bonito... O no te pongas nada, ¡Ya veremos! —Luego de dar todas las opciones posibles, se alejó para prepararse.—
Me gusta el morado, podría intentar con ese y... Cuando compre vestidos ¿Me das tu opinión? —Cuando aquel retrocedió de la cercanía a la que comenzaba a acostumbrarse dejó de tomarle los brazos, esta vez pasando ambas manos a posarlas sobre el pecho ajeno. Se quedó quieta una vez le acomodaban la flor que adornaba si cabello, sonriendo aún más, aunque quedando sorprendida ligeramente por el beso que llegó después.— Entonces deberíamos ir a algún lugar. ¿Es una cita?
Creo que el morado te quedaría muy bien, el celeste también. —Estaba cómodo, quizás demasiado. Fue el repentino calor en sus mejillas lo que le hizo retroceder un poco, aquella distancia le sirvió para verla en un plano más amplio y notar que la flor en su cabello corría peligro de caerse.— Espera... —Quitó ambas manos de ese bonito rostro para acomodar el arreglo en su cabello, a eso le siguió un pequeño beso en la frente.— ¡Listo! Ahora si estás como para invitarte a salir a algún lugar.
¿Qué color te gusta más? ¿Un morado clarito tal vez? —Sonrió y dejó salir una risilla breve. Cuando sus mejillas eran acariciadas, bajo las manos por los brazos ajenos, permitiendo la cercanía que poco a poco se daba entre ellos hasta que la distancia era bastante mínima.— ¿21 años dices? Pues... Es buena edad, al parecer voy a preferir colores que el negro. —Dio un largo suspiro, tratando de mantener aquella cercanía que de alguna forma lograba dejar sus mejillas ruborizadas por más tiempo.—
Va a ser divertido verte con tantos colores que no sean negro. —Sentir las manos ajenas sobres las suyas fue un indicativo para que continuara, ahora con los pulgares acariciando la suave piel de sus mejillas. Se perdió unos segundos en el azul de esos ojos, que aunque eran del mismo color de los suyos parecían tener un brillo y tono especial; tuvo que acercarse un poco más para apreciarlos mejor y sólo se detuvo cuando sus narices se tocaron accidentalmente. Aún así no se alejó de ella.— Ahh... no sé. ¿21? —Estaba demasiado distraído como para darle una respuesta coherente.—
Uhmmm... —Se quedó pensativa por un momento ante la propuesta sobre usar más colores y de pasó repasó lo que traía puesto en ese momento. Volvió la mirada a la ajena y asintió, convencida.— Podría usar más colores, si... Rosa no siempre, tal vez un amarillo, un verde claro, azul celeste. —No podía dejar de verle, más aún cuando tenía sobre sus mejillas las manos ajenas, las cuales tomó con las propias para mantenerlas.— ¿De cuántos años me veo ahora, eh?
Podrían ser lo jueves rosas, o una vez al mes al menos. —No rechazó la cercanía que ella le propuso, y por el contrario, la aprovechó para colocarle ambas manos sobre esas mejillas sonrojadas, hasta podía sentir un ligero calor que emanaba de estas. Su mirada correspondió a la suya y una sonrisa tonta se le escapó de manera involuntaria mientras respondía.— Hasta te ves unos años más joven así.
—Mostró una sonrisa ligera cuando él comenzó a acomodar sus ropas. La bruja se acercó a él para sacudirle levemente uno de sus hombros, usándolo tan solo como excusa. Cuando le escuchó miró rápido hacia otro lado, sus mejillas tomaron un ligero rosado.— Gracias... Creo que podría usar cosas así una que otra vez, de ahora en adelante... —Finalizó por regresar la mirada a los ojos ajenos, sintiendo más seguridad luego de aquellos halagos.—
—Void cerró el cuello de su camisa y ajustó su corbata con prisa, quería verse al menos la mitad de bien de lo que ella se veía. Ante la inseguridad mostrada, se contuvo de hacer el típico comentario bromista, buscó las palabras adecuadas para no avergonzar su iniciativa de vestir distinto.— Te ves linda... siempre lo estás. —se corrigió con prisa.— Nunca pensé verte con colores suaves.
