—¿Y qué pasará si no puedo descansar? ¿Te ocuparás de mí? Es difícil tener las manos quietas cuando tengo tan cerca la... Suavidad de tu cuerpo.

—Mhm... Ven. Ven. Usame de almohada esta vez.

—No podría importarme menos, pero tampoco voy a desperdiciar tu oferta.

—Ow. ¿Te pone triste eso? Ven, recuéstate en mí.

—Es de mala educación abandonar a alguien a media charla, pero fue lo que sucedió. En fin.

Klausito se me deschabetó. Habla solo.

Fiel a su respuesta, se dejó guiar por la voz femenina, completamente a ciegas; levantándose de su asiento y dirigiéndose hacia ella, calculando las distancias con la perfección de un murciélago; al grado que logró detenerse a un par de pasos de distancia de la joven sin alzar siquiera un poco la venda de sus ojos.

—¿Enigmático? Posiblemente. Todos tenemos secretos, ¿no es así? —Musitó, bajando la voz; lo cual hizo que se escuchara más grave, sensual en cierta manera.

—¿Oh? creo que en verdad has superado mis expectativas, eres alguien enigmático.

Musita con cierta curiosidad ya que toparse con una raza de seres que es avispada y segura en su persona es muy raro, pero le agrada conocer el por que de esa estética.

—Estética, estética. Además, con los ojos cubiertos, el resto de los sentidos se agudizan.

[code]Por que tanto misterio al taparte los ojos. [/code]