¡Ja, ja, eso hace cosquillas!

No tantas, en realidad; pero también para seguir el juego, hubo de fingir un poco más. Aunque sería raro verle así, complaciente, casi dócil, su naturaleza pícara era quien llevaba las riendas en ese momento; lo que explicaba que se comportara de manera casi distinta a su manera de ser habitual, al menos a ojos de quien no lo conociera bien.

Te vendrían bien. Seguro te verías muy linda.

Dijo, maquinando el inicio de una travesura; casi delatándose con la magnitud de su sonrisa.

Deberíamos buscar la forma de conseguirte unas...

-Abrió los ojos grandes, estaba fascinada. Ni siquiera se detuvo en pensar en lo que hacía, se dejó llevar más por la emoción y la sorpresa. Extendió la diestra y tomó la punta de la esponjosa cola con los dedos y la palpó despacio, llevándola luego a su mejilla para disfrutar de su suavidad.

—Aaaah, cómo quisiera tener orejas y cola también! —

Su mirada siguió con divertido interés el andar de la chica, coligiendo al instante qué es lo que buscaba. Para alguien de sus facultades, conjurar el apéndice restante sería de lo más sencillo; por lo que, cuando Kairi alcanzó a verle la espalda, fue recibida por una curiosa, esponjosa cola a juego con las orejas que él llevaba por simple travesura.

¿Buscas algo?

Dijo por lo bajo, reprimiendo una nueva risa, agitando un poco la cola improvisada para deleite de la chica.

—Mucho, aunque mi prima a veces tiene momentos rudos y malvados, pero supongo que es normal. —

No podía apartar la vista de las orejas, entonces recordó que su prima también tenía otro aditamento. Se movió de su lugar y comenzó a rodear al chico, buscándole la cola en la parte de atrás.

Sonrió ante lo despistada que la muchacha parecía ser, seguro de que era alguien con suficiente ingenuidad como para resultarle divertida.

Eh, no. Pero a veces me gusta imitarlos. Son bastante lindos, ¿no lo crees?

Decirle que el único parecido real que podría tener con tales espíritus era la malicia y astucia, estaría de más. Así que solo se guardó el comentario tras esa expresión de picardía, misteriosa suya.

-Ignorante de la broma ajena y sonrojada por su atrevimiento, se colocó delante de él y señaló las orejas.-

—Nop. Definitivamente no es el único, conozco a alguien que las tiene igual. ¿Usted también es un kitsune?—

Una mirada de extrañeza fue la recepción que otorgó al entusiasmo de la chica, pero eso no le impidió esbozar una sonrisilla al escucharla.

¿Igualitas? Y yo creyendo que era único...

Bromeaba, por supuesto. Ni el más ligero atisbo de contrariedad asoló su voz.

—¿Uh? —Ve al varón con orejas. Solo a su prima había visto de esa forma, así que curiosa y sin cuidado alguno, se acercó al desconocido para tocarle las orejas.—Son igualitas! —