Me las vuido mucho para que sean suaves, me gusta tocar mucho asi que qyiero que el toque sea agradable~

—Lo creo también— Cerró sus ojos disfrutando del suave toque que le regalaba, descubriendo que le gustaba que pasara sus límites —Tus manos también son suaves...—

Quizas nuestro encuentro fue fortuito -responde riendo por lo bajo, aun acariciando su mejilla con su pulgar- Tienes una piel muy suave...

—... Para mí es la primera vez que alguien se me acerca tanto— Soltó una risa ligeramente nervioso, aún no sabía cómo reaccionar a su cercanía, pero tampoco quería que se alejara todavía —Pero creo que los dos entendemos un poco de la soledad ¿No es así?—

Yo tambien vivo solo, asi que puedo entender. Digamos que incluso yo no he tenido contacto con alguien desde hace tiempo -comenta mostrandole una suave sonrisa por su parte-

—Así es... El contacto físico es extraño incluso entre los amantes... Todo es muy mesurado— Admitió, sabía de las diferencias que había entre sus culturas, pero vivirlas era un asunto diferente, inclinó un poco hacia su mano, queriendo sentir un poco más esa caricia —Sin mencionar que vivo prácticamente solo...—

Conozco tu acento, eres japonés, no es asi? No suelen ser tan cariñosos como los italianos -conenta de inmediato, el hombre tenia el mismo acento de su madre, asi que era facil para el de reconocer, aunque su acento se habia vuelto a marcar desde que vivía en Italia-

—Que dice...— Se avergonzó ante sus cumplidos, sonriendo con ligereza, era la primera vez que alguien le adulaba tan directamente por su belleza, alguna vez hicieron menciones sobre ello, pero nunca de cara a él —No... Está bien, es agradable... Solo inusual para mi—

Lo creo, es una lastima que no tenga legiones de personas diciendote lo hermoso que eres -comenta el incubo, sonriendo suavemente y aun acariciando su mejilla con su pulgar- Espero esta caricia no sea demasiado atrevida.

—En la normalidad de mis días no hay gente a mi alrededor, supongo que puede ser la razón— Se congeló por un momento cuando sintió la caricia en su mejilla, de dónde venía y siendo él en específico el contacto físico no era usual, pero no pretendió alejarse, quizás porque la belleza ajena le tenía encandilado —... ¿Lo cree así?— Cuestionó con un ligero temblor en su voz.