- Lleno sus pulmones de aire y lo solto en un suspiro resignado. Entro a la iglesia a traves de un marco sin puertas. Era una suerte que ya casi era el mediodia, pues la luz le permitia ver peligrosos hoyos en el suelo de madera, que dejaban ver a poca distancia un suelo lleno de insectos. Camino sin molestarse en disimular el rechinar de sus pasos en ese fragil suelo, mirando a su alrededor. Sus ojos se detuvieron al centro de un par de escaleras que se unian al final de la sala, bajo un vitral en ruinas. Ahi, sentada en la barandilla de madera estaba una jovencita de pelo negro. -
- Avergonzado, volvió a clavar los ojos en el suelo. No tenía excusas, pero también amaba a su familia. Intentó disculparlos. - No había nadie en el trono, la familia Real fue asesinada, y los herederos no fueron encontrados. Habría un genocidio... No tuvieron opción, todo era un caos. - Levantó sus ojos para verla, orgulloso por verla tan imponente, firme sobre sus pies. - Pero hablé con mi padre, aún el líder de mi familia, hace varios años. Ambos estuvimos de acuerdo en que si la encontrábamos, su Alteza, pelearíamos para regresar lo que le pertenece. La vida de los Telemanus le pertenece.
